En la política uno puede llamar las cosas como quiera: golpe democrático a lo que constitucionalmente está permitido, error o descuido a lo que es una infracción constitucional. Puedes llamar acto de conciencia a lo que en realidad es resultado de una negociación y traidores a quienes nunca fueron leales. Claro está, todo depende del cristal con que se mire.
Por ejemplo, podríamos decir que a Pedro Pablo Kuczynski no lo salvó la conciencia democrática ni el respeto a la institucionalidad, sino más bien la precariedad de los partidos políticos. Luego de la tempestad, son los partidos los grandes damnificados. La claridad del día siguiente ha confirmado la gran crisis interna que enfrenta el Apra desde hace un buen tiempo, reflejada en los líos por la dirigencia. La carajeada de Mauricio Mulder a Jorge del Castillo quedará para la posteridad y termina por romper esa imagen de disciplina de la que se preciaba el longevo partido.
Lo de Fuerza Popular, con posiblemente 10 congresistas menos, resulta más complejo e interesante para el análisis. Solo 24 horas antes de la votación el secretario general, José Chlimper,anunciaba que toda la bancada votaría unida, mientras que el congresista Elard Melgar concluía, luego de una reunión en su casa, que todos eran un solo puño. La emoción la transmitían en Twitter.
Pero luego de las duras sanciones a Kenji Fujimori era imposible pensar que esta reunión se llevaría a cabo bajo una atmósfera de selección peruana a punto de salir a la cancha, sino más bien de conminación, en donde más cabían advertencias que convencimientos. La pechada del congresista Miki Torres y los gestos de Héctor Becerril al menor de los Fujimori en medio del debate podría confirmar esa “cultura organizativa” del fujimorismo.
El resultado de las coordinaciones internas, ya lo vimos, fue un fracaso y aunque se sospechaba que serían uno o dos congresistas los que se inmolarían con Kenji Fujimori, sorprendió que el bloque fuera tan generoso. Si bien se sospecha que el indulto (con papeles en curso) fue parte de la negociación y se rumoreó que el mismo ex presidente Alberto Fujimori llamó desde el penal Barbadillo a cada uno de los congresistas, la pregunta que el partido más grande del país –y que ostentaba una sólida mayoría– se debe hacer hoy es: ¿En qué fallamos? ¿Por qué perdimos a 10 congresistas? O bueno, es lo que cualquier gran líder haría luego de una derrota, analizar la interna en primer lugar, su propia ingeniería, las variables que puede controlar, sus debilidades. Acusar de traición y señalar al negociador está bueno para la tribuna, pero el mea culpa de la dirigencia es necesario en sus fueros privados.
El presidente de la República hizo un buen ejercicio en su mensaje del último viernes. En realidad, era lo mínimo que correspondía. Dijo que había reconocido sus errores y aprendido mucho en estos días de crisis. Por el bien del país esperemos que haya sido así, como también debemos esperar una buena investigación sobre su caso. Pero en esa línea de renovación, ¿podrán la lideresa de Fuerza Popular y sus asesores asimilar esta derrota como un aprendizaje? Así como PPK ha visto necesario cambiar de estrategia para gobernar, ¿Keiko Fujimori hará lo mismo para mantener a su bancada como primera fuerza opositora? El presidente ha dicho que es tiempo de reconciliación. ¿Será capaz la mujer más importante de la política peruana de hilar fino para bajarle la temperatura a la polarización y al poderoso antifujimorismo con miras al 2021? Por último, PPK ha dicho que habrá cambios en su Gabinete en los próximos días como parte de estos nuevos vientos que veremos en el 2018. ¿Cambiará Keiko Fujimori a sus desgastados voceros Becerril y Salaverry, decidirá escuchar menos a su entorno más cercano?
La osada carta del indulto está hace tiempo sobre la mesa y, sin duda, podría cambiar el panorama político. ¿Podrá la legítima candidata al 2021 salvaguardar lo que, sin duda, ha construido con esfuerzo durante los últimos años?
En medio de esta polarización desgastante y en un panorama en el que todos perdieron –está por verse, si como muchos dicen, Kenji Fujimori fue realmente un ganador– será interesante ver cómo los liderazgos se renuevan y ver a Keiko Fujimori en acción, aprovechando esta nueva oportunidad, pero no desde las redes sociales, de donde parece haberse autoexiliado.