Pep Guardiola en una de las pocos fotos que la prensa le pudo tomar con su madre. (Foto: EFE)
Pep Guardiola en una de las pocos fotos que la prensa le pudo tomar con su madre. (Foto: EFE)
Pedro Canelo

Una semana antes de que reciba la noticia más triste de su vida, Pep Guardiola había donado un millón de euros para material sanitario en España. El técnico del Manchester City nunca disimuló su preocupación por la propagación de la pandemia del COVID-19 en todo el mundo. Guardiola grabó videos para pedir paciencia a los hinchas del fútbol, pidió prudencia para manejar la información y se manifestó en contra de cualquier apuro en reanudar las competencias en Europa. Ayer, luego de que se confirme que su madre (Dolors Sala Carrió) falleció a los 82 años por el cruel coronavirus, lo último en lo que puede pensar Pep es en el próximo partido de Champions o Liga Premier. Si la pelota detenida es parte del duelo por tanto dolor -de Guardiola y de todos-, pues que ese luto se acompañe de una solidaria paciencia. El fútbol volverá cuando la salud deje de estar con tarjeta amarilla. No importa si hay tiempo suplementario de espera.

Los que respiramos la pasión deportiva debemos reconocer que, por ratos, entramos a un estado de negación y, a veces, hasta podemos esquivar las noticias que no queremos leer. Después de escuchar las declaraciones de nuestras autoridades en el último fin de semana, queda clarísimo que esos espacios de nostalgia futbolera en televisión, radio y prensa escrita tendrán que seguirse reinventando y renovar su fecha de caducidad.

Ya no es un rumor de pasillo, la FIFA y la Conmebol ya han emitido comunicados de sensibilidad y prevención ante el crecimiento del Covid-19. Ambas entidades, quizá con un mensaje que pudo ser algo más claro, han explicado lo que hace dos días hizo nuestro Ministro de Salud, Víctor Zamora: para que el balompié vuelva con tribunas primero debe encontrarse la vacuna para el coronavirus. Esta no es una proyección apocalíptica, sino una visión sensata de lo que se viene para el deporte rey en el corto y mediano plazo.

La negación, sobre este drama de salud mundial, también viene de entidades como la UEFA, que quiere obligar a que sus asociaciones miembros no suspendan sus torneos. En Bélgica no acataron esta medida y se están exponiendo a una sanción internacional. Aunque esto debe ser lo último que importe en un país que ya registra más de 1500 muertes por coronavirus.

Aceptemos que estamos aún muy lejos para que se asome cualquier normalidad en el ámbito deportivo. ¿Qué pasará con nuestra Liga 1 en un contexto donde el cierre de aeropuertos es por tiempo indefinido? Es un tema más que complejo y que no es parte de las urgencias por ahora. No estar de acuerdo con eso, es no entender nada de lo que está pasando.

La partida de Dolors Sala Carrió, quien vivía a una hora en automóvil del centro de Barcelona, nos vuelve a mostrar con crudeza el grado de vulnerabilidad y exposición en el cual nos encontramos frente a una terrible pandemia. El más campeón de los técnicos no pudo ganar este partido, donde el mundo tiene todo en contra.

El escritor español Ramón Besa escribió ayer sobre la generosidad que siempre tuvo Dolors, la mamá de Guardiola. Esa mujer silenciosa y sutil, que siempre llamó Josep a su hijo futbolista-entrenador. El fútbol que tanto queremos es emotivo, pero a veces también frívolo. Que este duelo que viven tantos ídolos por el Covid-19 al menos sirva para que nos despierte la empatía tan necesaria. Luego de ganarle al Real Madrid, por la Champions League, Pep Guardiola explicó que usó el receso de la Liga Premier para mirar videos del rival con sana obsesión. Hoy, ese tiempo libre solo servirá para intentar sanar una herida del alma. No hay apuro, Josep. Que la pena esté contigo. El fútbol puede esperar.

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