Jaime de Althaus

El puerto de convierte al Perú en un jugador favorecido en el tablero geoeconómico y geopolítico del Asia-Pacífico. Pero el hecho de que el socio principal de ese puerto sea una empresa estatal china entraña riesgos geopolíticos que el Perú tiene que aprender a administrar para no depender demasiado de y no exponerse a represalias norteamericanas, como las que ya se han insinuado. El Perú debe desarrollar una política exterior inteligente orientada a equilibrar la relación con ambas potencias y con otros países.

En el APEC no hubo equilibrio. Fue notorio el protagonismo de Xi Jinping versus el papel secundario de Joe Biden y de otros jefes de Estado. Y lo que debe estar viendo es que ese puerto es una vía para profundizar la penetración económica de China en el Perú y en Sudamérica. De hecho, China es ya de lejos el primer destino comercial del Perú.

Y mientras el Perú firmaba una optimización del TLC con China, desde Estados Unidos llega la noticia de que el secretario de comercio de Donald Trump será Howard Lutnick, un fuerte partidario de imponer aranceles. Es absurdo que el campeón de la libertad económica se haya vuelto proteccionista, mientras que el régimen políticamente comunista sea el abanderado del libre comercio (aunque con ‘dumping’, según se acusa). Además, sería contraproducente para el propio Estados Unidos cerrarse sobre sí mismo: perdería competitividad y entregaría mercados externos a los chinos.

Xi Jinping ha ido más allá y ha apelado a una hermandad cultural con el Perú, afirmando un lazo aún más profundo que el económico. Sostuvo que la civilización china y las americanas son creadas por descendientes de los mismos ancestros. Somos lo mismo, en buena cuenta. Hasta el puerto de Chancay fue fraseado como el “Gran Camino Inca de la Nueva Era” para la integración nacional y sudamericana.

El Perú, sin embargo, tuvo la prudencia geopolítica de no aceptar que se incorpore al puerto de Chancay como un eslabón del proyecto global de la Franja y la Ruta, en el documento que se firmó sobre la cooperación en el marco de esa iniciativa.

Con Estados Unidos ya habíamos firmado nuestra incorporación a la Asociación de Minerales Críticos, algo muy importante para ese país. Pero la Cancillería debería profundizar en áreas de intercambio potencial tales como inversión en tecnología, acuerdos con Google y Amazon, asistencia en inteligencia contra el crimen organizado y el narcotráfico (como los ocho helicópteros donados), y equipamiento militar.

Pero con Estados Unidos compartimos valores democráticos, con China no. Si en el eje geoeconómico jugamos con el gigante asiático, en el eje geopolítico China juega del lado de las autocracias. El Perú podría hacer valer su comunidad cultural y su asociación estratégica con China para demandarle que procure una transición política en Venezuela que retire a Nicolás Maduro del poder, algo que le convendría a la propia China. Esto podría hacerse sumando esfuerzos diplomáticos con Estados Unidos, lo que de paso ayudaría a aflojar ese eje y a establecer puentes entre los opuestos.





*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Jaime de Althaus es Analista político

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