El peligro de que el bloque de izquierda en el Congreso controle la próxima Mesa Directiva no es tanto la posibilidad de volver a una etapa de abierta confrontación con el Ejecutivo que pueda llevar, por ejemplo, a una vacancia presidencial, pues ni hay los votos para ello ni existe la voluntad de adelantar elecciones generales, sino, por el contrario, de permanecer hasta el 2026 (aunque nunca se sabe cómo pueden evolucionar los hechos políticos). El riesgo es, más bien, que se venga una avalancha de leyes populistas, mercantilistas o protectoras de intereses particulares, eventualmente incluso lindantes con la ilegalidad.
En efecto, de acuerdo con un análisis que hicimos en Lampadia, de 105 proyectos de ley vinculados a intereses particulares y grupos de presión propuestos estos dos últimos años, 91 fueron presentados por congresistas que pertenecen a las bancadas que compondrían el bloque de izquierda, que incluiría, por lo menos hasta ahora, a buena parte de Acción Popular y Podemos Perú, y solo 14 a las bancadas que integrarían el llamado “bloque democrático”.
Esos 105 proyectos otorgan beneficios, privilegios o protecciones legales a transportistas informales, mineros informales, radios informales, tráfico de tierras, ganaderos, universidades con licencias denegadas, maestros (Fenate), sindicatos y sectores laborales, trabajadores estatales y trabajadores de Salud y de Essalud.
El bloque de izquierda más sus posibles aliados es, pues, fundamentalmente una coalición de intereses, muchos de ellos poco santos. Y el problema es que el presidente del Congreso, si bien es algo más que un ‘primus inter pares’, sí tiene la atribución de decidir qué proyectos entran al debate en el pleno. En la Junta de Portavoces, cada bancada propone dos proyectos para la agenda del pleno, pero nunca alcanza el tiempo y se acumulan proyectos de sesiones anteriores, de modo que es el presidente del Congreso quien decide qué se discute y qué no.
Entonces, repetimos, lo que tendríamos si el bloque de izquierda se hace de la Mesa Directiva es una avalancha populista, clientelista y particularista que puede ser el puntillazo final al crecimiento económico porque se socavarían los pilares del modelo (meritocracia, equilibrio fiscal, ahorro nacional, libre competencia, orden). En lugar de repotenciar el modelo económico para volver a crecer a tasas altas y retomar la reducción de la pobreza, terminaríamos de hacerlo naufragar llevando al país a la miseria y al caos.
Ese es el peligro mayor. Sin embargo, tampoco es cierto que una Mesa presidida por el bloque democrático garantice que no pasarán proyectos contraproducentes. De hecho, se han colado muchos estos dos años. Una estadística de este Diario muestra que el Ejecutivo ha formulado observaciones técnicas a 113 leyes, de las cuales un 56% fue finalmente aprobado por insistencia, contra los informes técnicos. Pero esta corriente deletérea se desbordaría sin control con una Mesa en manos de la coalición de intereses.
Por eso, si el bloque democrático debe incorporar a una bancada de izquierda para conservar la Mesa, pues no quedaría más remedio. Sería la consecuencia de la irresponsabilidad de haber abandonado por meses la coordinación semanal entre sus voceros, y de haber dejado ir, por ejemplo, a Somos Perú. Aunque una asociación de Somos Perú al bloque de izquierda, de confirmarse, sería repudiada por autoridades y bases de ese partido.
Como fuere, si el bloque democrático accede a la Mesa, tiene que proponerse cambiar la imagen del Congreso pasando a una agenda de reformas políticas y económicas, lo contrario de lo que haría el bloque zurdo. La bicameralidad se quedó por un voto. El país necesita recuperar gobernabilidad y altas tasas de crecimiento si queremos salir del camino a la inviabilidad nacional a la que nos acercamos a paso acelerado.