La teniente alcaldesa electa de Lima denunció que se recibe un municipio con un magro presupuesto de S/.15 millones para obras.
Lo real es que la estructura económica del municipio ya viene envenenada desde años atrás, reservando en el mejor de los casos 1/3 para obras y 2/3 para gastos corrientes aproximadamente, lo cual también es un sinsentido. Debería ser al revés.
Mientras no se modifique el modelo del gobierno municipal incluyendo la generación de recursos y su participación en la economía de la ciudad, sus montos de inversión se mantendrían en el orden de S/.500 millones por año. Es decir S/.50 por habitante, el más bajo de una capital en América Latina.
Castañeda tiene el reto de reestructurar el gobierno incluyendo reformas que alcancen a los distritos y de diseñar mecanismos de asociación con el Gobierno Central y la inversión privada, respaldados en sus recursos, hoy mal gestionados, y en la fortaleza de sus competencias. Hay dos escenarios posibles por desarrollar:
1. El municipio es propietario de Serpar, la Beneficencia, la Costa Verde, Emmsa, entre otras instituciones con activos de cientos de millones de dólares que pueden ser capitalizados, manejados integralmente y no por gerencias aisladas como ocurre ahora. Con ese Fondo Municipal de Capitalización (FMC) como contraparte, se puede asociar a la inversión privada. Un solo ejemplo: concesionar (no vender) el 5% del área de un parque zonal permitiría cubrir el 50% de su mantenimiento.
2. Corría el año 2000 y la política de reordenamiento del comercio ambulatorio del alcalde Alberto Andrade creó nuevos polos económicos en la ciudad. El principio era simple: había que mover no solo al vendedor, sino también al comprador. Donde había compradores, ahí llegaba el ambulante. Entonces, los 30.000 comerciantes callejeros de Lampa, Mercado Central y Parque Universitario se reubicaron en las instalaciones de las fábricas cerradas de las primeras cuadras de la Av. Argentina. El municipio hizo el diseño urbano de la zona, dio capacitación, palanqueo financiero y reordenamiento del transporte público. Nació Las Malvinas. El primer año, se movilizaron US$50 millones de inversión privada popular. El metro cuadrado en la zona se cotiza hoy en US$1.500 y se anuncia una nueva inversión de US$150 millones (“Gestión” 19/12/14).
Este es el caso de un círculo virtuoso en el que el municipio hizo lo que debe hacer: gestionó y creó las condiciones para la inversión. Ganó el Centro Histórico de Lima y se crearon hasta hoy 50 mil empleos formales en un proyecto pionero como asociación público-privada, que es la otra fuente de recursos que debe inventarse la nueva administración. A ello debe sumarse un nuevo marco legal que le permita participar a la ciudad de las plusvalías que genera todo el desarrollo inmobiliario. Y dar mayor uso al instrumento de obras por impuestos, hasta ahora sin explorar. De ser así, quizás estemos ante otra era económico-financiera de la ciudad. Feliz Año Nuevo a todos mis amables lectores.