Por alguna razón que escapa a mi entender, el asunto de la compra fallida de vacunas no ha generado una ola de indignación en la población. Parece haber, más bien, cierta resignación o negación hacia la realidad. Lo cierto es que, aunque la reacción ciudadana no acompañe la gravedad de la situación, este debe ser uno de los principales escándalos de un año que ha estado plagado de malas noticias.
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