En la obra de Samuel Beckett de donde proviene el título de esta columna, dos vagos, Vladimir y Estragon, se quedan esperando a un hombre misterioso, Godot, el cual nunca aparece. Esta pieza del teatro de lo absurdo se parece un poco a algunas de las posiciones que existen sobre el crecimiento en el Perú.
Por un lado, están los que creen que la economía peruana solo creció en los últimos años por efecto de los términos de intercambio y, al acabar este ciclo, solo nos queda acostumbrarnos a un crecimiento mediocre. Una mirada a los ciclos de precios de las materias primas y los patrones de crecimiento en nuestro pasado es suficientemente evidencia de esto, según esta corriente.
Del otro lado, están los que ningunean al crecimiento económico y afirman que no creceremos porque falta ese ingrediente mágico que tienen otras economías que sí son prosperas y que desgraciadamente nosotros no poseemos. Este ingrediente mágico puede ser instituciones sólidas, mayor inclusión social, mejor nivel educativo o diversificación productiva. En cualquier caso, cualquier experiencia de crecimiento será de corta duración y regresaremos al bajo crecimiento porque no poseemos esa “cualidad única” que sí poseen los países prósperos.
Cuando uno observa el proceso de desarrollo de economías como Corea del Sur, se encuentra con que al inicio tenía tantas o más limitaciones que las que tenemos nosotros. Sin embargo, a través del crecimiento y de reformas continuas, tanto en lo político como en lo social, lograron mantener un proceso de crecimiento sostenido.
Actualmente tenemos grandes limitaciones en la parte educativa, la innovación, la diversificación productiva, las instituciones y otros aspectos estructurales que parece impensable que podamos alcanzar el desarrollo en la próxima generación. Siendo esto cierto, la buena noticia es que tenemos condiciones para mantener un crecimiento alto en los próximos años. Al mismo tiempo, deberíamos trabajar en las mejoras institucionales, en mejorar la educación, en promover la innovación y en todas esas características que comparten los países desarrollados y que nosotros no poseemos ahora.
Si hacemos las cosas bien, nos demoraremos entre 10 y 15 años en alcanzar el PBI per cápita que tiene Chile hoy en día. Cercanos a ese punto, nuestras capacidades de mantener crecimiento alto se desvanecerán si no hemos logrado cerrar las brechas estructurales que mencionamos.
Existen tres acciones concretas que están bajo nuestro control y que podemos hacer como país para mantener hoy en día altas tasas de crecimiento a pesar de nuestras deficiencias. En primer lugar, una inversión masiva en infraestructura. Esto generará mejoras de productividad y mejoras en el bienestar de la gente, dándole mayor legitimidad al sistema político. Adicionalmente, generará en el corto plazo un fuerte impulso de demanda que reactivará más rápido nuestra economía, sacándola del marasmo en que se encuentra actualmente.
La segunda acción es, junto con el desarrollo de la infraestructura de irrigación, carreteras y puertos, mantener el marco legal que han amparado las inversiones en el régimen agrario. El resultado es espectacular y lo hemos comentado en un artículo anterior (“La revolución verde”). Esto no solo genera crecimiento económico, mayor empleo y mejores salarios, sino que se convierte en nuestra mejor arma para generar clases medias y fomentar la transformación de los campesinos minifundistas o comuneros con baja productividad en empleados formales de la agroexportación con alta rentabilidad.
Finalmente, la tercera acción es desarrollar capacidades en el Estado para estar presentes en las grandes inversiones mineras, con planes de desarrollo para las zonas de influencia que se ven afectadas. Este acompañamiento debe asegurar que las condiciones de vida de la población mejoren de la mano de los recursos que deja la explotación, pero, adicionalmente, que se respeten los derechos de propiedad, condición básica para que exista inversión. Este crecimiento de la minería debería seguir impulsando la demanda intermedia por bienes y servicios locales, que con una buena estrategia de clúster podría potenciar su crecimiento en los próximos años.
Con los recursos generados por el crecimiento debemos financiar nuestras reformas estructurales en educación, innovación, instituciones, entre otras.
Godot no existe. Podemos quedarnos como Vladimir y Estragon inmovilizados cuando le dicen que finalmente Godot no vendrá; pero si queremos llegar a la prosperidad debemos trabajar todos de manera ordenada e inteligente, sin desperdiciar tiempo ni puntos de IGV.