No se trata de un grupo de rock electropical, ni de un supuesto bando dentro de una bancada parlamentaria –a lo ‘ppkaviares’–. Aún no, al menos. Pero sí es el espacio que Miki Torres y Úrsula Letona tienen a su disposición.
Hoy que se cuestiona si los ppkausas tenían realmente un equipo de lujo para gobernar, vale la pena preguntarse si los fujimoristas lo tienen para legislar.
Una revisión de los episodios recientes en el Parlamento podría traer una respuesta poco alentadora. No lucía muy técnica que digamos Cecilia Chacón gritando la semana pasada al ministro Saavedra y pidiendo al PhD en Economía que “haga bien sus cálculos” mientras él, mirando su vaso de agua, trataba de recordar a qué alumno universitario habría maltratado en el pasado para merecer tal karma. Tampoco Lourdes Alcorta recordándole las “vueltas que da el mundo” al ministro Basombrío mientras él ensayaba su mejor cara para no arruinarles a Zavala y compañía el voto de investidura.
Y a Luis Galarreta, el otrora promisorio congresista y ex presidente de la Comisión de Economía, parece no interesarle más la simplificación administrativa o el Impuesto Selectivo al Consumo de las cervezas. Minucias. No se comparan con la adrenalina de atacar al presidente Kuczynski por hacer ejercicios en las mañanas, o defender la exótica hipótesis de que ‘Negociazo’ Moreno en dos meses fue más corrupto que el ‘Doc’ Montesinos en diez años.
La vacante tecnócrata en la bancada fujimorista está abierta y, aunque entre los más conocidos no parece haber muchos candidatos para llenarla, quizá Miki Torres y Úrsula Letona quieran postular al puesto.
La experiencia del abogado tributarista y profesor universitario (Miki Torres) y de la abogada pesquera y asesora ministerial (Úrsula Letona) los respalda. Además, no tienen la carga de ser voceros, que, en la interpretación de Galarreta, Alcorta y Salaverry, significa más o menos tomar la lanza y regresar con sangre ministerial en la ropa.
A Miki Torres se lo ve mejor redactando y sustentando el proyecto de ley de IGV Justo –y de costadito, dando un golpe al gobierno ppkausa, “defensor de las grandes empresas”, si se opone a facilitarles la vida a las microempresas y pequeñas empresas– que poniéndose la pintura de guerra para atacar al presidente Kuczynski o elogiar con nostalgia histórica a la Constitución de 1993. Como tampoco le sienta bien a Úrsula Letona el verde camuflaje para vociferar en el hemiciclo “¡Aplaudan cuando nosotros les otorgamos gobernabilidad!” o recordarle el ‘baguazo’ a Meche Aráoz, la misma para la que trabajó en el Ministerio de la Producción durante el gobierno aprista.
Déjenle la guerrilla de redes sociales a Héctor Becerril. El oficio de retuitear fotos trucadas y disculparse –quizá– después ya está bien cubierto.
Hay un espacio donde pueden ganar protagonismo y no depender de los activos ni los pasivos del fujimorismo. Es decir, donde pueden brillar con luz propia.
Mientras no se elimine el voto facultativo, esa es una ventaja y un mercado atractivo, el de todos aquellos electores que no nos identificamos con ninguna bandera política y votamos más por nombres que por partidos.
En el rol fuji-tecnócrata le aportan mucho más al fujimorismo, y tienen futuro político con o sin él.