Paso por la avenida Salaverry, camino a la universidad, y un panel me llama la atención: “No a los descuartizadores”. Quisiera recordar el nombre de la candidata o siquiera su número y símbolo partidario. No para votar por ella, obviamente, sino para mandar un mensajito a la policía. Más vale estar alertas, ¿no? Después de todo, algo sospechoso hay en la minuciosa preocupación de la candidata por las descuartizaciones, y no por los asesinatos en general. Además, si nos ponemos estrictos, la postulante a madre de la patria parece no estar consternada siquiera por todo tipo de desmembramientos, los cortes en mitades o en tres partes, sino exclusivamente por los que son en cuartos. Mucho ojo ahí.
Transitando por Lima uno puede apreciar los inspiradores mensajes que adornan nuestra ciudad en época electoral, que parecen extraídos del último libro de Paulo Coelho o una canción de Ricardo Arjona. Eslóganes tan potentes como “Gente nueva para un país sin corrupción”. Frases que terminan convenciendo a un indeciso sufragante como “Equipo que juega limpio”. Uno se pregunta: ¿para qué perder tiempo leyendo propuestas elaboradas cuando basta con expresar “Igualdad de oportunidades”? ¿Para qué leer currículos y escudriñar la trayectoria de un candidato que te dice algo tan innovador y revolucionario en un político como “Alto a la corrupción”?
Es una lástima que solo tengamos que elegir 130. Habrá más de 2.000 aspirantes que, al ver truncada su carrera hacia la plaza Bolívar, quizá puedan tentar suerte en la publicidad. Estamos viendo aquí a los ganadores del Effie 2021. Agárrense, publicistas.
Guiándonos por los carteles y afiches, se avizora un Parlamento muy promisorio este año. Hacer leyes trascendentales, costo-eficientes y que guarden armonía con el ordenamiento jurídico debe ser una tarea de preescolar para quien, sesudamente, decide que la mejor forma de aprovechar un panel publicitario es poner “Tú + yo + él + ella”. Este potencial legislador será un experto formulando normas que “no irrogan gastos para el Tesoro Público”. Un capo del ahorro: en lugar de gastar más caracteres en “Nosotros”, puso “Tú + yo”. Julio Velarde tiembla en su silla en el BCR.
Lo que nos hizo falta todo este tiempo fue un congresista que nos diga “Alto al crimen y a la corrupción”, porque si no, seguramente los ciudadanos les diríamos: “Pasen, por favor, señor crimen y señora corrupción”. Requerimos que los partidos políticos se identifiquen como “gente decente” en sus pósters de campaña. Esa frase ingeniosa nos devuelve la tranquilidad a nuestras almas. Felizmente, hay postulantes que nos ofrecen “Las reformas que tú necesitas”, con el puntillismo digno de un cirujano.
Entramos a la recta final de estos comicios extraordinarios confiados en que esta vez no elegiremos a gente indecente para un país con corrupción, o a un equipo que juega sucio, o a candidatos que quieren discriminación en las oportunidades.
Si esta campaña electoral parece sosa, no es culpa de la falta de ingenio de los postulantes o por incapacidad expositiva. No, señor. Benditos sean los congresistas que prohibieron la publicidad electoral en radio y televisión, bienaventurados sus sucesores que decidieron comunicarse con tanta sinceridad y concreción de ideas a través de paneles publicitarios, y dichosos los árboles que sucumbieron para tan noble tarea informativa.