La captura de Martín Belaúnde Lossio (MBL) no favorece la ya debilitada posición de la pareja presidencial por varias razones. La primera y más importante, porque posibilita que se vuelvan a ventilar, una y otra vez, los nada claros negocios que los han vinculado durante muchos años.
No existe ninguna explicación convincente para los contratos de Nadine Heredia con Martín Belaunde y su padre para hacer estudios sobre tónicos capilares o palma aceitera, y sí muchas sospechas que se trataba de lavado del dinero que generosamente Hugo Chávez habría proporcionado a la campaña del entonces radical Ollanta Humala.
Tampoco para las maniobras empresariales de Todo Graph, creada por MBL en 2006 y transferida a Santiago Gastañadui –hoy congresista humalista– , casado con una prima hermana de Nadine Heredia, que nombró como gerente a Ilán Heredia, el tesorero de la campaña.
MBL también fundó el diario “La Primera”, hoy “Diario Uno”, que se convirtió en un soporte periodístico para la campaña de Humala y le permitió establecer fluidas relaciones con presidentes regionales como César Álvarez en Ancash. Álvarez ha dado recientemente algunas informaciones de las buenas conexiones que mantenía con Humala a través de la intermediación de MBL, relaciones que fueron públicas y notorias cuando Humala se convirtió en presidente.
Y MBL brincó a otro nivel de negocios precisamente cuando sus aliados y socios llegaron al poder –¿solo casualidad?– convirtiéndose en un gestor de contratos entre gobiernos regionales y empresas que él patrocinaba, afirmando ser el enviado de la pareja presidencial. Los aludidos han negado, por supuesto, conocer los negocios de MBL –Nadine dice que no le dio su venia– a pesar que algún involucrado, como el ex gobernador regional de Madre de Dios, ha sostenido que el mismo presidente Humala lo dirigió hacia MBL para contratar obras.
La segunda razón que deja mal parado a Humala es la comparación de su actuación con la del gobierno boliviano de Evo Morales. MBL estuvo prófugo en el Perú desde mayo hasta diciembre de 2014 y resulta increíble que la policía no lo haya podido arrestar en ese tiempo, no teniendo MBL una red delincuencial que lo pudiera ocultar. La policía boliviana lo capturó en 4 días.
Y, quizás más importante, Evo Morales demostró que tiene reflejos políticos. Al instante de la fuga destituyó al ministro del Interior, al jefe de la Policía y detuvo –un exceso– a familiares y abogados. Aquí, como es costumbre en este gobierno, nadie asume la responsabilidad de nada.
En suma, la comparación pone de manifiesto las carencias de Humala.
Como se ha podido apreciar en estos meses, MBL es capaz de decir cualquier cosa con tal de salvarse. Dirá la verdad o mentirá en función de lo que considere mejor para sus intereses. Probablemente tratará de negociar con la pareja su silencio en temas espinosos a cambio de ayuda para su proceso y carcelería.
Curándose en salud, los voceros del gobierno, como el primer ministro Pedro Cateriano, sostienen que no se puede creer nada de lo que diga MBL.
El asunto es que la sospecha de corrupción que ronda a la pareja presidencial en relación al caso de MBL, tal como lo refleja la opinión mayoritaria en las encuestas, es muy nocivo para ellos en un contexto de baja popularidad, enfriamiento de la economía, reaparición de los conflictos sociales, pérdida de la mayoría en el Congreso y fuertes tensiones con la oposición política.
Cuando a la gente le va bien y el gobierno es popular, las denuncias de corrupción tienen un efecto muy limitado. Pero cuando ocurre lo contrario, la corrupción se convierte en un detonante que alienta la indignación.
Así las cosas, el ya desteñido primer ministro Pedro Cateriano, que volvió a las andadas atacando a Keiko Fujimori y Alan García a mediados de semana, tiene pocas posibilidades de éxito en el Congreso, cuando solicite facultades extraordinarias para legislar. Y, en este ambiente, la amenaza de disolución del Parlamento es cada vez menos creíble.
Así, del sainete que protagonizó MBL con su fuga en pijama –supuestamente un secuestro– y las burlas y chacotas que suscitó, pasamos al menos divertido drama político que se producirá la próxima semana con nuevos choques entre gobierno y oposición mientras el país se deteriora en medio de conflictos sociales y dificultades económicas.