“¡A reaccionar, pueblo ecuatoriano!”. Con estas palabras, el presidente Correa les pidió a los ecuatorianos denunciar a los medios que les estarían “robando el derecho a estar informados”. La razón: algunos periódicos no habrían cubierto su reciente viaje a Chile con el detalle que hubiera deseado el mandatario. Por no colmar las expectativas del presidente, cuatro diarios enfrentan actualmente la posibilidad de una sanción. Y es que en ese país ahora es un pecado tanto informar lo que al gobernante le desagrada como no informar lo que él mismo desea.
Entre estos últimos diarios se encuentra “Hoy”, que, además, acaba de anunciar que dejará de publicar su edición impresa y pasará a ser solo virtual. Esto se debería a la asfixia económica generada por el gobierno, a través de, entre otros, un permanente boicot publicitario, la cancelación de contratos de impresión de textos escolares y la limitación injustificada de la inversión nacional en medios de comunicación. A lo anterior se le sumaría una gradual pérdida de libertades, la censura impuesta por la Ley de Comunicación y los reiterados ataques estatales.
Nada de esto, sin embargo, es una sorpresa. Hace varios años que los atropellos a la prensa ecuatoriana son costumbre y desde la entrada en vigencia, hace un año, de la represiva Ley de Comunicación ya existen 125 denuncias contra medios. Además, ¿qué puede ya sorprender allí donde el presidente conduce un segmento sabatino en los medios públicos en el que suele atacar a los periodistas y colocar sobre la cara de algunos de ellos sellos con las palabras “mentira comprobada” o “mala fe”?
Las democracias de América Latina, por supuesto, prefieren callar frente a estos abusos. Y, por ello, solo queda esperar que tales atropellos no se sigan contagiando en la región, pues ya sabemos que si llegase el día en que esto nos pase a nosotros, nadie estará allí para denunciarlo.