El excongresista Daniel Mora era, hasta ayer, secretario nacional de organización del Partido Morado. (Foto: El Comercio).
El excongresista Daniel Mora era, hasta ayer, secretario nacional de organización del Partido Morado. (Foto: El Comercio).
Editorial El Comercio

El exministro de Defensa y exparlamentario renunció ayer por el Partido Morado (una renuncia simbólica, pues en realidad ya está fuera de fecha para hacerlo) y también al partido mismo, en el que ocupaba el cargo de secretario nacional de organización. Su decisión fue precipitada por la divulgación de una presentada hace menos de un año por su esposa, Lilia Virginia Jaureguy Sanguineti.

En el documento se cita el siguiente testimonio de la víctima: “Me dio una cachetada, rompiéndome la nariz, a lo que me defendí con mis manos. Ante eso empezó a abofetearme que me caí al piso. Estando ahí indefensa comenzó a patearme varias veces en la pierna, para luego salir de la casa”. Y en el examen médico que se adjuntó a la resolución del juzgado de familia que el caso mereció se acreditó la presencia de contusiones en la cara y hematomas en el antebrazo y la rodilla izquierdos.

Es decir, hablamos de un serio episodio de agresión física a una mujer, semejante a los que reportan los medios cotidianamente y que va en contra de todo lo que predica el partido liderado por Julio Guzmán. Este último, sin ir muy lejos, : “El Partido Morado va a tomar las decisiones correctas. Y en el caso de violencia familiar, no queda otra más que la renuncia”.

Por tratarse de un dirigente tan visible, sin embargo, quizás la referida organización política no debió quedarse satisfecha con la renuncia del agresor y expulsarlo. Las ánforas seguramente darán su veredicto al respecto.

Mora, por su parte, ha pretendido desplazar la atención de la ciudadanía hacia la dimensión política del episodio. “El aprovechamiento político que se le quiere hacer a un tema familiar es deplorable”, sostuvo ayer en su cuenta de Twitter, como si esa eventual circunstancia fuese lo importante.

Pero no hay que dejarse distraer: lo realmente deplorable y repulsivo es la violencia que ejerció contra su esposa. Y no hay miseria de los contendores electorales del Partido Morado que lo atenúe.