El presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, conversó por varias horas con la bancada oficialista de Peruanos por el Kambio. (Difusión)
El presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva, conversó por varias horas con la bancada oficialista de Peruanos por el Kambio. (Difusión)
Editorial El Comercio

No es precisamente la unidad lo que ha caracterizado la relación entre la bancada oficialista y el Ejecutivo desde el cambio de mando en el 2016. Ya desde el primer Gabinete, liderado por Fernando Zavala, se escuchaban críticas –tanto de Palacio de Gobierno como de algunos parlamentarios de (PpK)– sobre la falta de coordinación entre el Ejecutivo y su grupo parlamentario. Recordemos, por ejemplo, los reproches del propio primer ministro a algunos congresistas de PpK por no asistir a las reuniones con el Gabinete, o las declaraciones de , vocero alterno de la bancada, quien en más de una ocasión ha asegurado que esta no tiene que ser siempre “leal” o “entregada” al Gobierno.

En los últimos días, lamentablemente, el quiebre ha sido más evidente. Varios miembros de PpK han declarado que la poca comunicación entre ellos y el Ejecutivo ha llevado a que la bancada reconsidere su estatus como oficialista. El más tajante ha sido el congresista , quien ha dicho, con palabras menos amables, que su grupo no es oficialista, y que al Gobierno tampoco le importa tenerlo como tal. Y si bien el vocero del partido, , ha tratado de poner paños fríos al asunto, lo cierto es que la relación entre el Gobierno y PpK se ha caracterizado más por el recelo que por el trabajo en equipo.

La distancia que los separa es preocupante por el impacto negativo que puede tener en la gobernabilidad que el presidente no tenga una bancada de su mismo partido con la que trabajar de la mano. Si bien es cierto las pocas curules de PpK –que comenzó con 18 congresistas y ahora cuenta con 14– hicieron desde el inicio saber que el apoyo en el Legislativo sería reducido, no tener siquiera un grupo parlamentario pequeño deja al presidente sin una representación que defienda y negocie sus propuestas y proyectos en el Congreso.

De acuerdo con varios congresistas oficialistas, por ejemplo, nunca hubo reuniones con el presidente Vizcarra y el primer ministro para coordinar cómo debería ser la votación respecto a materias tan claves como la ley que prohíbe la publicidad estatal en medios de comunicación privados, la regulación de las cooperativas y el pedido de facultades delegadas. Si bien en el caso de la ley de publicidad estatal y de la ley que regula las cooperativas los parlamentarios de PpK presentes en el pleno votaron de manera unánime –en contra, en el caso del primero, y a favor, en el caso del segundo–, fue por convicción propia y no como parte de una estrategia coordinada con el Gobierno. No es casualidad, además, que luego de la aprobación por insistencia de la ley que prohíbe la publicidad estatal, tanto la bancada oficialista como el Ejecutivo, de manera separada, hayan anunciado que presentarán una acción de inconstitucionalidad en contra de la norma.

El poco apoyo que tiene el Ejecutivo en el Congreso no es, sin embargo, el único problema del presidente: tampoco cuenta con grandes técnicos a su lado. La premura con la que y César Villanueva tuvieron que armar el nuevo Gabinete luego de la renuncia a la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski significó que no hubo ni tiempo, ni la mejor coyuntura, para armar al cuadro más idóneo.

Al presidente Martín Vizcarra aún le quedan tres años de gobierno. Todavía está, pues, a tiempo de mejorar su relación con la bancada oficialista para impulsar las necesarias reformas que el Perú necesita.