"Aun si Putin lograse someter a la resistencia ucraniana, en varios aspectos, la guerra ya la perdió". (Foto: Sputnik/Mikhail Klimentyev/Kremlin /REUTERS).
"Aun si Putin lograse someter a la resistencia ucraniana, en varios aspectos, la guerra ya la perdió". (Foto: Sputnik/Mikhail Klimentyev/Kremlin /REUTERS).
/ SPUTNIK
Editorial El Comercio

En setiembre del 2015, un presidente tomó el estrado de la Asamblea General de las Naciones Unidas e hizo un apasionado discurso para invocar a una coalición de países que enfrente –por uso de la fuerza– a un enemigo común. “Sobre la base del derecho internacional, debemos unir esfuerzos para encarar los problemas que todos estamos enfrentando y crear una comunidad internacional genuinamente amplia”, dijo el líder. “Al igual que en la coalición anti-Hitler –continuó el representante–, esta podría juntar a un amplio espectro de fuerzas que están decididas a resistir a aquellos que, como los nazis, siembran destrucción y odio a la humanidad”.

Ese presidente era, y entonces hacía referencia a la importancia de dejar de lado las diferencias coyunturales para establecer una alianza de grandes potencias que combata al llamado Estado Islámico o ISIS. Siete años más tarde, esa invocación de unión frente a un enemigo común se vuelve contra .

Esta semana, se cumplió un mes desde el inicio de la invasión de tropas rusas a territorio ucraniano y, en ese período, la solidez del bloque de naciones democráticas no ha hecho más que fortalecerse. Las sesiones de los últimos días de los países del G7, de la OTAN y del Consejo Europeo marcaron un hito en la determinación de sus miembros para buscar soluciones conjuntas a la barbarie que Rusia ha impuesto sobre otro Estado soberano.

La lucha se da ya en múltiples frentes simultáneos. En el campo económico, la suspensión de sistemas de pagos, la restricción del comercio internacional, el retiro de compañías globales de territorio ruso, el congelamiento de las reservas internacionales, entre otras medidas, tomaron por sorpresa a una Rusia que claramente no estaba preparada para la velocidad y severidad de las sanciones. En el campo energético, el mundo occidental se prepara con cada vez mayor velocidad para dejar de depender de los combustibles rusos, su principal fuente de financiamiento. Soluciones globales incluyen mayores esfuerzos de almacenamiento de gas, nuevas centrales nucleares de dimensiones menores, fortalecimiento de alianzas con otros países petroleros y mayores inversiones en energía renovable. Y todo ello sin contar el creciente suministro de apoyo logístico, financiero y de armamento que la OTAN viene entregando a , y que le ha permitido a este país soportar con valentía los embates de las fuerzas invasoras.

Rusia no solo está quedando cada vez más aislada del resto del mundo, sino que la invasión ha forzado a Putin a terminar de desnudar su verdadera naturaleza dictatorial dentro de casa. La progresiva desaparición de la prensa libre, el amedrentamiento de opositores y manifestantes, los embustes de propaganda nacionalista a gran escala; nada de esto es nuevo en Rusia, pero desde el 24 de febrero –fecha de inicio de la invasión– su intensidad ha escalado a niveles no vistos desde tiempos de la Unión Soviética.

Hechas las cuentas, Putin no ha sumado más que derrotas desde que empezó su intento de captura de Ucrania. En Rusia ha creado una situación económica, política y social que no le será fácil de manejar, con un rublo sumamente devaluado y cadenas logísticas cerca del colapso. En el campo de batalla, sus fuerzas armadas acumulan entre 7.000 y 15.000 fallecidos, de acuerdo con la OTAN, y pelean contra una resistencia local mucho mejor equipada y motivada de la que esperaban. Y en el frente internacional ha logrado unir a todos los bloques democráticos en contra del Kremlin.

Estos precedentes son claves. Rusia y otras naciones con pretensiones expansionistas deben saber que sus esfuerzos de conquista no tienen lugar en el orden internacional del siglo XXI, que serán combatidos con resolución y que sus países serán sancionados duramente por un frente internacional unificado. Aun si Putin lograse someter a la resistencia ucraniana, en varios aspectos, la guerra ya la perdió.




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