(Foto: El Comercio)
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Editorial El Comercio

Por 180 años El Comercio ha trabajado incansablemente por sus lectores, ha publicado a diario la historia del país y se ha consolidado como una institución nacional que hasta sus más fieros críticos reconocen y respetan. El edificio que engalana la esquina de Lampa con el jirón Santa Rosa es un ícono del y en sus entrañas se prepara con minuciosa responsabilidad la materia prima con la que los ciudadanos toman mejores decisiones.

Pero el legado de una gran institución es insignificante al costado del de las personas que contribuyeron a su construcción, a darle pulso, en nuestro caso, a los 180 años de trabajo por el país. Así, El Comercio recuerda y piensa en , nuestro director general, fallecido ayer a los 100 años de edad. Un hombre que deja un legado imborrable en este Diario y en el Perú.

Paco, como lo llamaban sus familiares y amigos, nació el 21 de diciembre de 1918 y ejerció el periodismo desde muy joven. El primer artículo que escribió en estas páginas lo publicó en 1936, cuando tenía 17 años, y lo tituló “La filosofía de Schopenhauer y los dibujos animados”. Aquella fue la primera muestra de la forma en la que elegiría ejercer la profesión: entendiendo que el periodista no solo tiene el encargo de informar a la población, sino la responsabilidad de nutrir las mentes de los ciudadanos, de hacer pedagogía donde algunos se quedan en el mero relato de los hechos.

Con ese ánimo fundaría en 1953, un suplemento que con el tiempo se convertiría en un baluarte del periodismo cultural peruano y en cuyas páginas se imprimirían las reflexiones de plumas como las de Jorge Basadre, Mario Vargas Llosa, Albert Camus y Bertrand Russell. En su corazón, además, también nacería el , un personaje creado por Miró Quesada con el fin de que, desde sus historietas y en la forma de un Superman peruano, se reivindicasen los valores de nuestro país.

El periodismo, claro, no fue lo único que ocupó a nuestro director general. Su talento y su humildad quedaron al servicio del país desde el Ministerio de Educación en el primer gobierno de Fernando Belaunde Terry y en la Embajada del Perú en Francia, lugar en el que, además, pasó parte de su infancia.

Siendo doctor en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Paco también se desempeñó como profesor y, además de enseñar en su alma máter, dictó conferencias en múltiples universidades en distintas ciudades del mundo (como en Oxford, Cambridge, Londres, Roma, París, Buenos Aires y un largo etcétera). Asimismo, en 1990 fue elegido en Moscú presidente de la Federación Internacional de Filosofía; el primer americano en ejercer ese cargo.

Paco también dedicó mucho tiempo al estudio de otros idiomas. Como contó su hijo, Francisco Miró Quesada Rada, en estas páginas, su padre “era bilingüe [hablaba español y francés], pero además estudió inglés en francés y alemán en inglés, para comprender a Kant y otros filósofos alemanes”. También aprendió italiano y estudió griego clásico y latín. A todo esto se sumarían sus estudios del quechua.

En suma, Francisco Miró Quesada Cantuarias fue un hombre de envidiable cultura e inmejorable humanidad. Un ciudadano del mundo y, especialmente, un ciudadano peruano que dedicó décadas a servir a su país. Hasta el 2017 contribuyó con este Diario desde la sección de Opinión, dando testimonio de su lucidez y ejerciendo hasta sus últimos años la profesión que siempre llevó a cabo tan bien.

“La montaña, la nieve, la lluvia no te detendrán tu corazón que es de oro, de fierro y de paloma”, le dijo su amigo José María Arguedas en un poema que le dedicó. Lo que el escritor dijo de su corazón, nosotros lo decimos de su legado. Descanse en paz, señor director.