El último martes, en la que fue su más reciente aparición pública, el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, se autocalificó –ante la pregunta de un reportero– como el “rey del concreto”.
Con este juego de palabras, el burgomaestre evadió la acusación de algunos de sus opositores que criticaban su predilección por las obras de cemento en detrimento de las áreas verdes en la capital. Sostuvo, no obstante, que solo es digno de tal título en razón de su capacidad de ser concreto en sus declaraciones. “Sí, claro, soy el rey del concreto porque no hablo muchas cosas, sino hablo las cosas en concreto”, aseveró.
Sus respuestas frente a los diversos cuestionamientos a su gestión, sin embargo, no parecen respaldarlo. Así, cuando se le ha preguntado por la cancelación del proyecto Río Verde y la reubicación de la comunidad shipibo-konibo en Cantagallo, sus vínculos con la constructora brasileña OAS, la iniciativa Habla Castañeda para que brinde acceso a información pública, o los controversiales ‘by-pass’ de las avenidas 28 de Julio y Salaverry, el alcalde ha echado mano de tácticas evasivas en lugar de brindar respuestas claras.
Hace dos semanas, por ejemplo, en una entrevista con el programa “Cuarto poder”, Castañeda hizo gala de su impreciso discurso cuando fue interrogado por la venta del predio de Campoy (donde se iba a mudar a la comunidad de Cantagallo) que habría firmado la municipalidad con el objetivo de financiar el ‘by-pass’ de 28 de Julio. “No, eso se puso en un informe, en una adenda, en una cosa así por el estilo […] simplemente se consigna ahí que se pueda vender ese terreno, pero no se dice ‘véndase este terreno’”, indicó en forma poco convincente sin precisar la razón por la que se firmó dicha adenda. Como tampoco respondió por qué conociendo la situación de esta comunidad y existiendo un proyecto (Río Verde) para su reubicación, no tomó su administración acción alguna al respecto. En la misma entrevista, el alcalde se limitó a criticar el terreno de Campoy y la gestión de su predecesora, Susana Villarán, pero no a explicar cuál era la alternativa que manejaba su gobierno respecto de esta comunidad, antes de cancelar Río Verde.
Igual o más desconcertantes resultan sus declaraciones sobre los proyectos para la construcción de múltiples ‘by-pass’ en la ciudad. Como se conoce, el proyecto para la construcción de cinco ‘by-pass’ en la Av. Salaverry fue incluido en el Plan de Desarrollo Local Concertado de Lima Metropolitana 2016-2021, aprobado por la comuna en junio pasado. Posteriormente, se remitió para la aprobación del Ministerio de Economía y Finanzas, luego de haberse invertido más de S/3,7 millones (según cifras de Seace) en estudios de perfil y factibilidad de inversión. La municipalidad incluso difundió un video informativo con la visualización de los ‘by-pass’ construidos, que fue objeto de muchos reproches por parte de ingenieros y urbanistas. Algunos días después, la municipalidad anunció la cancelación del emprendimiento.
Cuando le inquirieron si tales cuestionamientos habían motivado dicha decisión, el burgoamestre lo negó y sostuvo que “de todas maneras [el proyecto] no iba a ser calificado porque ya lo había descalificado previamente”. Una respuesta tan escueta que, no obstante, abre más interrogantes: ¿Cuál fue la razón entonces por la que se impulsó este proyecto, se difundió un video y se invirtió cerca de S/4 millones? ¿Acaso las obras de ingeniería e infraestructura de transporte público se califican y descalifican al libre albedrío del alcalde?
Finalmente, cuando le preguntaron por su relación con Léo Pinheiro, el encarcelado ex representante de la constructora OAS (encargada del ‘by-pass’ de la avenida 28 de Julio y Línea Amarilla), cuyas comunicaciones con una ex funcionaria de la municipalidad revelarían coordinaciones y un alto grado de cercanía con el actual alcalde de Lima, Castañeda respondió simplemente que ese asunto “no me toca”, una respuesta que también usó cuando le preguntaron por la empresa Comunicore.
Demostrando así que, al creerse intangible, el “rey de lo concreto” probablemente no sea el mejor apelativo para el alcalde Castañeda.