Editorial: Vuelven los termocéfalos
Editorial: Vuelven los termocéfalos
Redacción EC

‘Termocéfalo’ es un vocablo curioso. El diccionario de la Real Academia Española solo consigna la acepción que se le da en Honduras –“Dicho de una persona: Que tiene ideas o actitudes muy conservadoras o pasadas de moda”, apunta la obra–, pero la verdad es que la expresión está bastante difundida en otros lugares de Latinoamérica, y con un sentido muy distinto a aquel. Uno, a decir verdad, más coherente con el significado de las raíces griegas que forman la palabra: cabeza caliente. Previsiblemente, una forma de aludir a las personas que se encienden al menor estímulo y se extralimitan en sus reacciones con facilidad.

En nuestro país, el término tiene una larga historia, asociada generalmente a la política. En ningún momento, sin embargo, estuvo tan vigente como a fines de la década del sesenta del siglo pasado, cuando surgió, durante el primer gobierno de Fernando Belaunde, un sector radicalizado y tremendista en al que la prensa bautizó con ese nombre.

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Los ‘termocéfalos’ acabarían escindiéndose del referido partido y formando una organización aparte, pero su talante flamígero dejó, por lo que parece, una huella profunda entre sus antiguos correligionarios y sus herederos. Así, no es extraño ver en la actual bancada de Acción Popular actitudes crispadas y apresuradas que traen a la memoria la mentada calificación.

Dos de sus cinco integrantes, efectivamente, dan con frecuencia muestras de una facilidad extrema para incendiar la pradera. Nos referimos en concreto a y , que, paradójicamente, son también los más experimentados de la hueste parlamentaria acciopopulista.

En el caso de García Belaunde, por ejemplo, es difícil olvidar la destemplanza con la que pedía en febrero pasado la cabeza del titular de Transportes y Comunicaciones, , por la firma de la adenda al contrato con el consorcio Kuntur Wasi para la construcción del aeropuerto de Chinchero. “”, reclamó entonces expeditivamente. Y no dudó en llamarlo “vendepatria”.

Como se sabe, la emergencia nacional por el fenómeno de El Niño costero determinó que la razonable interpelación a Vizcarra fuese dejada momentáneamente de lado y, con ello, los ímpetus del congresista amainaron. Pero ahora que, pasado el punto más crítico de la urgencia, la iniciativa ha vuelto a agarrar vuelo, él también ha desempolvado su gratuita hostilidad contra el ministro.

Llama la atención, en particular, un mensaje que colgó en su cuenta de Twitter el lunes de esta semana. “Murió pasajero en Aeropuerto d Arequipa p falta d atención médica del concesionario q es el mismo q Gob eligió para Chinchero. Y Vizcarra? (sic)”, escribió García Belaunde. Y ante ello cabe preguntarse si se ha detenido a pensar que, en realidad, ese concesionario no lo eligió este gobierno, sino el anterior y que, en esa medida, tratar de atribuirle alguna responsabilidad al ministro de Transportes está completamente fuera de lugar.

Murió pasajero en Aeropuerto d Arequipa p falta d atención médica del concesionario q es el mismo q Gob eligió para Chinchero .Y Vizcarra ?— Vitocho (@VictorAndresGB)

Su compañero de bancada, Yonhy Lescano, por otra parte, parece haber experimentado recientemente también una calentura política, al pedir , Ivo Gagliuffi, por –según él– haberle “perdonado 171 millones de soles a una empresa que durante nueve años ha estado cometiendo irregularidades”.

La empresa a la que se refirió es Kimberly-Clark, que obtuvo la exoneración del 100% de la multa que le habría correspondido por participar en una colusión de precios, al acogerse a un programa de clemencia para los que denuncien estos actos, según está previsto en el artículo 26 del Decreto Legislativo 1034, que regula estos procedimientos.

Es decir, el presidente del Indecopi no perdonó a título personal cosa alguna. La institución que él representa solo cumplió con la ley. Y demandar su destitución por eso resulta un arrebato tan desinformado como abusivo.

Pero la aclaración que hizo al respecto Gagliuffi en la Comisión de Defensa del Consumidor del Congreso no le ha bastado al parlamentario Lescano, quien, al igual que su correligionario García Belaunde, daría la impresión de estar más interesado en la recuperación de una vieja tradición partidaria que en adecuar el tono de sus palabras a los contornos de la realidad.