Se presenta desde hace tiempo entre nosotros una de esas cuestiones sociales que exigen la inmediata intervención de la policía para evitar los daños que origina. Nos referimos a la vagancia infantil en las clases populares de la ciudad. Constantemente y en todas las arterias de la capital y en los barrios apartados de ella, es de lo más corriente encontrar grupos de muchachos vagos, entregados al ocio más censurable o al juego de centavos, dando la más triste idea de su condición, cuando no ejercitando otros actos incorrectos que dañan la cultura y la moral. Qué pena.