Esta locución verbal se documenta desde antiguo en el castellano peninsular (por ejemplo, en la pluma de Benito Pérez Galdós). Es equivalente de dos expresiones de la lengua general que denotan desagrado, enfado o rechazo: irse a la porra e irse a paseo. Se documenta todavía en el castellano del Perú; véase un ejemplo de Clemente Palma en las Crónicas de Corrales: “... en cuanto que deje de revoletear la hélice se va uno donde [se fue] el padre Padilla...” (Lima 1938, p. 236).
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Martha Hildebrandt: "Irse donde se fue el padre Padilla"