En materia económica esta es la pregunta de moda. Aquí se contraponen argumentos ideológicos y económicos. En esta contraposición abundan argumentos falaces mezclados con campañas estatales por la mayor estatización de lo que en sus inicios fue un sistema privado.
En medio de esta discusión –etiquetada por el gobierno como reforma de las AFP–, queda cada día más clara la similitud entre lo que sucede aquí y lo ocurrido en Argentina. Se va dando el desprestigio gradual del sistema y luego, de la mano con la materialización de los errores de regulación, se va vendiendo la salvación estatal, con la probable confiscación de los ahorros previsionales privados incluida. Justo, ¡oh casualidad!, cuando los superávit fiscales se desvanecen.
Vayamos al punto: ¿han fracasado las AFP? Si nos referimos al objetivo por el cual fueron creadas, introducir un sistema para evitar que la burocracia estatal vuelva a emplear de modo irresponsable los recursos de los trabajadores, el éxito del sistema es palmario. A diferencia de antes, cuando la burocracia estatal los manejó, hoy el sistema privado mantiene un apetecible fondo. A junio pasado superaba los US$38.459 millones, lo cual implica un fondo promedio por trabajador de US$6.876 y registraba una rentabilidad real por década elevada (6%). Para ponderar estas cifras, basta con compararlas con la abrumadora desaparición de los fondos del difunto Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS).
Hoy por hoy el sistema tiene un problemita: una regulación que los sobreexpone localmente, subasta a los nuevos afiliados y ofrece mínimas alternativas de ahorro y de jubilación. Así, el gobierno lo hace impopular, alejando a los trabajadores de las decisiones de uso de su propia plata (dizque porque seríamos cholitos financieramente incultos).
Veamos algunos argumentos que hablan de fracaso. Una veta destaca que no habría evidencia más clara que la existencia de Pensión 65, que existe para gente que no pudo ahorrar (por su baja productividad) o que fue robada por la inflación causada desde el Banco Central de Reserva de aquellos años.
Con las AFP, lo que uno aporta durante su vida laboral es el tamaño de su jubilación. Aporto poco, recibiré poco. Si aporto nada, recibiré Pensión 65 o el olvido. El sistema privado no pretende ser la maravilla curativa. Si el grueso de los peruanos no puede ahorrar lo suficiente para tener una jubilación y requerirá un subsidio a la vejez, esto no lo solucionará el sistema privado. Si usted quiere un sistema privado que redistribuya y robe los ahorros a sus dueños, y usted llama a esto éxito, mal por usted.
Dado que la gente desea reglas que hagan obligatorio el descuento a quienes pueden pagar, supongo que el ahorro compulsivo (los descuentos a las planillas a dependientes e independientes visibles) irá. Pero tengámoslo claro: el grueso de la gente que puede ahorrar no es irracional y guarda pan para mayo. No necesita que la obliguen. En cambio, para ayudar a los que no pueden ahorrar o ahorraron en un sistema estatal, están los subsidios y también los impuestos.