Si vas a flexionar el brazo…, por Andrés Calderón
Si vas a flexionar el brazo…, por Andrés Calderón
Andrés Calderón

“Me parece lógico que [el pedido de facultades] se derive a cuatro o cinco comisiones, pero no a diez”. “Ahora diez comisiones lo revisarán, es un poco extraño, no es la fórmula…”. A diferencia de Carlos Bruce y Mercedes Aráoz, cuyas citas respectivamente abren esta columna, no me pareció criticable la decisión de la Comisión de Constitución y Reglamento, presidida por Miguel Torres, de Fuerza Popular (FP), de repartir el estudio de las facultades legislativas en diez comisiones.

Creo que es un clamor válido que el Congreso cuide sus fueros (FP, dixit) y exija un buen sustento por parte del Ejecutivo si le va a confiar la labor que le da sentido: la de legislar. Además, se supone que los parlamentarios están en las comisiones de su especialidad y en las que son expertos. Se supone…

Pero para quienes seguimos de cerca el debate en las comisiones, quedó claro que se estaba jugando un partido desigual. Mientras los ministros sustentaban técnicamente sus pedidos, los parlamentarios técnicamente le quitaban sustento a la idea de derivárselos. Técnicamente, pues la verdad es que, bien preparados, se hubiera tratado de un ejercicio bastante interesante de discusión abierta de políticas públicas y de equilibrio de poderes.

Recuerdo que hace unos tres años, por trabajo, tenía que escuchar los debates de una comisión de la Casa de Representantes del Congreso estadounidense. Estaban interpelando al director de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) por los programas secretos de acceso a información de millones de registros telefónicos de ciudadanos (Prism). Fue como ver una buena película. Muy entretenido. Todos los congresistas sabían de lo que hablaban, las leyes involucradas, la información revelada, los riesgos que ocasionaban.

Las últimas semanas, en cambio, de regreso en la plaza Bolívar, estaban pasando una película de bajo presupuesto, en la que la cámara tambaleaba y los actores se olvidaban de sus diálogos. Así, cuando Daniel Salaverry y Héctor Becerril se oponían a que la UIF levantara el secreto bancario “sin orden judicial”, revelaban que ni siquiera habían leído el pedido del Ejecutivo. O cuando Cecilia Chacón rechazaba todo el paquete de facultades porque afectaba el presupuesto y eso era indelegable según la Constitución, se volvía a poner los patines que usó cuando le preguntaron sobre déficit estructural y real, o cuando inquirió ella a Alfredo Thorne por los Brics.

Ese es el problema cuando te aprendes un discurso de paporreta sin entenderlo. Cuando te repreguntan, quedas en offside. 

A todo el mundo le quedó claro que no había una discusión sobre fueros ni constitucionalidad. Lo que realmente quería FP era mostrar un poco de fuerza. Hacerles saber quién es el que manda y con quién tienen que portarse bien. El Gabinete captó el mensaje y, más allá de algún intento por mostrar los dientes, Zavala y sus ministros repitieron el esfuerzo del voto de confianza, pusieron buena cara y aceptaron las recomendaciones naranjas basadas en interrogantes que “son legítimas”.

Cuánto sentido tenía la recomendación de la ONG Transparencia para que los congresistas se especialicen en algunas materias, y que no ocupen más de dos o tres comisiones en todo su período…

La próxima vez, será mejor que en FP escojan bien sus batallas y preparen sus armas. Pues no hay mayor roche que el de aquel que flexiona el brazo sin poder mostrar músculo.