La Unión Europea está por eliminar la visa Schengen para peruanos, facilitando así el turismo y los viajes de negocio a 26 países europeos. Bravo. Estados Unidos está por hacer lo mismo con Chile, convirtiéndolo en el primer país latinoamericano que no necesita visa para entrar a ese país. Muy bien. Sería bueno que Washington hiciera lo mismo con el Perú.
Unos 579,000 peruanos, peruano-americanos o descendientes de peruanos residen en Estados Unidos. Algo más de 200,000 peruanos visitan dicho país cada año, como estudiantes, turistas, empresarios y demás. Un estudio nuevo de la Southern Methodist University calcula que eliminar la visa de turista que solicita actualmente Estados Unidos resultaría en un incremento anual de 311,000 turistas peruanos.
Tal medida beneficiaría tanto a los peruanos como a los estadounidenses. Para Estados Unidos, eliminar la visa de turista que requieren a todos los extranjeros significaría por lo menos $90.000 millones en ingresos adicionales al año por concepto de turismo. Esa reforma, sin embargo, no sería políticamente viable pues incluiría a varias naciones que son fuentes importantes de inmigración ilegal. Por eso sería razonable abolir tal visa para países, como el Perú, que no producen mucha inmigración ilegal.
Todavía mejor sería una reforma migratoria integral, cosa que por más de un año se ha debatido en el Congreso estadounidense. Los 12 millones de inmigrantes ilegales en ese país son prueba fehaciente de una política migratoria disfuncional que no refleja el deseo evidente de los estadounidenses de emplear a millones de inmigrantes, generalmente en trabajos complementarios a los propios.
Legalizar a los indocumentados y crear un mecanismo legal para futuros flujos de inmigrantes traería grandes beneficios. La inmigración tiende a elevar los salarios reales en el país receptor, debido a la reducción de costos producto del aumento de la oferta de ciertos bienes y servicios. Los salarios de los trabajadores legalizados también aumentan al estar protegidos por la ley, y por ende estar en capacidad de poder recurrir al sistema judicial y competir de mejor manera en el mercado laboral.
Desafortunadamente, a pesar de que los impuestos que pagan los inmigrantes y sus descendientes son mayores al costo de los servicios públicos que reciben, existe la percepción de que muchos inmigrantes vienen a Estados Unidos a vivir a expensas del Estado. Tal preocupación es especialmente marcada en el Partido Republicano, donde además se considera, de manera equivocada en mi opinión, que la legalización de los inmigrantes favorecería políticamente al Partido Demócrata. Por lo tanto, las posibilidades de una reforma migratoria ahora son mínimas.
Es una pena, pues los peruanos que migran a Estados Unidos tienden a ganar 2,6 veces más de lo que se gana en el Perú y generan más de mil millones de dólares en remesas, muy por encima de lo que envía ese país en ayuda externa, y mucho más eficaz. Podríamos esperar que un mayor flujo de personas a Estados Unidos provenientes de un país en vías de modernización—como es el caso peruano—convertiría a la temida “fuga de cerebros” más bien en una “circulación de cerebros”. Eso ha ocurrido claramente en la India, donde la diáspora ha regresado para invertir y montar grandes empresas que son competitivas a nivel mundial.
Ya que los políticos estadounidenses temen una integración laboral significativa con América Latina, ojalá que la decisión europea de quitar la visa Schengen y la experiencia que tendrán con Chile por lo menos les anime hacer lo mismo con el Perú y otros países de la región.