“JDC ha replicado, a través de la cuenta Soy Aprista, que es víctima de una campaña de demolición”.
“JDC ha replicado, a través de la cuenta Soy Aprista, que es víctima de una campaña de demolición”.
Fernando Vivas

Hace unos días publiqué la crónica “Jorge y Las Bambas en remojo”, contando que se reunió por los menos 3 veces (está documentado en el registro de visitas a su despacho) con los abogados Chávez Sotelo, los azuzadores del conflicto de Las Bambas. Teniendo en cuenta sus antecedentes políticos como negociador en el caldero de la conflictividad social y sus antecedentes privados como consultor de empresas mineras, malicié dos hipótesis.

La primera y muy abusiva es que JDC podría haber ayudado a echar leña al principal conflicto social del vizcarrismo, como una maniobra distractiva para ayudar a Alan García a escapar de la justicia. Pero JDC no ha sido, en los últimos tiempos, funcional a las angustias de García ni es un antipatriota que se juegue así con la serenidad nacional.

La otra, más creíble, es que viera una oportunidad de mezclar su rol de representación con sus intereses previos en el sector. Otra hipótesis abusiva pero, vamos, es el mal de muchos políticos. Hace poco se documentó un impertinente intento del mismo JDC para ligar una iniciativa empresarial con el Mindef.

JDC ha replicado, a través de la cuenta Soy Aprista, que es víctima de una campaña de demolición. Sus anónimos compañeros agregan un lema que solía oír, con sumo respeto, en mi juventud universitaria: “¡A más calumnias, más !”. Luego de tantas revelaciones non sanctas protagonizadas por apristas de dos gobiernos, se me ocurre una mofa que honestos compañeros conjurarán: ¡A más aprismo, más lobbismo!

Del Castillo habla de su interés en el , proyecto para que el dinero que tiende a concentrarse en obras regionales y provinciales llegue forzosamente a las comunidades. García esbozó la idea en su campaña y JDC la presentó como proyecto de ley 1994-2017 CR en el 2017, proponiendo un porcentaje forzoso transferido a núcleos ejecutores de las comunidades.

El MEF objeta el proyecto, pues temen una atomización de obras en manos de núcleos de imprecisa definición y capacidad ejecutora. Recordé que el uruguayo Eduardo Gudynas, el gurú del posextractivismo, me habló de la mercantilización de los conflictos y tiene razón. Hay una tendencia a “tirar plata”, como me dice otro posextractivista, Carlos Monge, con quien también conversé para resolver complejos problemas de pobreza y subdesarrollo.

Si el MEF y el posextractivista coinciden en objetar, ¡vade retro! Veo, además, margen para la corrupción mediada por la política y por oportunistas a lo Chávez Sotelo. Por suerte, según me contó Pablo de la Flor, vocero de la Sociedad de Minería, la PCM trabaja en un proyecto de mayor sustento y control, para que los recursos chorreen a comunidades y centros poblados donde hoy llegan a gotas.