El cuento “Canto de Navidad” de Charles Dickens, habla de Ebenezer Scrooge, un hombre muy rico pero tan hosco que ni siquiera contestaba el saludo de la gente. Una Navidad, luego de haber tratado mal a su asistente y despreciado la invitación de su único sobrino, en sus sueños recibe la visita de los fantasmas de su pasado, de su presente y de su futuro. Con espíritu navideño y pensando que tienen muchas oportunidades para cambiar, se me ocurrió pensar en qué hubiera escrito Dickens si en lugar de Scrooge, el personaje fuera, digamos, uno de los políticos que acaban de censurar a un ministro.
-“Soy el fantasma de las navidades de tu pasado”, le diría el primero, retrocediéndolo en el tiempo para ver a un joven idealista que con fuerza, pero con buenas maneras, defendía ardorosamente sus ideas de justicia y de democracia. -“¿Así era yo?”, preguntaría, y el fantasma le diría que sí, que ese era él hace años, cuando había decidido entrar en el honorable terreno de la política y era muy feliz a pesar de no tener ni la mínima parte del poder que tenía hoy. En el sueño los ojos de nuestro político quizás se llenarían de humedad.
Luego se le presentaría el fantasma del presente, que lo llevaría volando a ver un hogar celebrando la Navidad en un ambiente festivo. Habría allí una persona rodeada de su familia y de sus amigos, y contestando llamadas de mucha gente expresándole cariño y solidarizándose con él. -“¿No le veo la cara, ¿quién es?” -“El ex ministro”, sería la respuesta. -“¡Pero él es el que ha perdido!”, diría, y el fantasma llevándolo de regreso solo lo miraría con una sonrisa condescendiente.
Vendría entonces el fantasma del futuro, que lo llevaría al año 2021, a un salón con cientos de personas con aire apenado. -“¿Dónde estamos?”, –“En el local de tu partido, luego de las elecciones”, diría el fantasma. Y allí vería que tanto el partido del gobierno como el suyo habrían tenido pocos votos. El gobierno por no cumplir con lo ofrecido, y su partido porque al ponerle siempre trabas era visto por el pueblo como corresponsable de la mala situación del país. Todos perdemos, pensaría regresando a su sueño.
Como todo buen cuento navideño, en este hay un final feliz pues Scrooge se despierta asustado y decidido a cambiar drásticamente. Así, sin dejar de ser serio y estricto, se volvió una persona cooperadora y respetuosa de los otros y pudo vivir feliz muchos años.
¿Podría pasar igual con nuestros políticos? Sin duda, sí, pues esta es su primera Navidad en el cargo y tienen cuatro más para cambiar. Por ello, quizás como regalo, para ellos y para 30 millones de peruanos, debamos desear que este 24 sueñen con los tres fantasmas de Dickens. Total, la Navidad es para soñar.