Lourdes Flores anunció el domingo que postulará en la plancha de Alan García como primera vicepresidenta. Con ello se hizo transparente una alianza que muchos, como yo, no entendían cuán útil podía ser para el Apra, teniendo en cuenta que el PPC atravesaba una situación de crisis interna que estuvo a punto de llevarlo a la ruptura hace dos semanas.
En ese balance, lo que menos se esperaba era que la propia Lourdes Flores integrara activamente la alianza postulando a la vicepresidencia, pues se había encargado de reiterar enfáticamente, a quien se lo preguntase, que ella no participaría en este proceso electoral. Por lo visto, mudó de opinión y, con ello, las cosas cambiaron.
Sin duda, sigo pensando que es poco lo que puede aportar el PPC como partido político a una alianza electoral con el Apra. En realidad, las campañas electorales centradas en los programas partidarios e ideológicos hace mucho tiempo que fueron superadas en la tradición electoral peruana.
Hoy la gente no vota por partidos, sino exclusivamente por quienes los representan en una justa electoral. Y de ello depende la suerte o la mala suerte de la agrupación política. Esto vale tanto para el Apra como para el PPC.
Una alianza con el partido fundado por Luis Bedoya Reyes solo podía entenderse en la medida en que su eventual aliado careciera de una cierta base y organización política que sí aporta el PPC. Pero el Apra no la necesita porque ya la tiene en todo el país y, aun así, ello no es determinante ni decisivo para ganar ninguna elección en el Perú. Lo que importa realmente es el candidato. Y en esa ecuación Lourdes Flores aporta mucho.
Aunque la lideresa del PPC nunca ha ganado una elección para un cargo ejecutivo, su postulación siempre ha obtenido un respaldo popular que la ha puesto en la puerta del horno con un aproximado de dos millones de votos. Es cierto que las circunstancias tienen mucho que ver con esa cantidad de electores, pero también lo es que Lourdes Flores, con Alan García, es una máquina electoral para atraer votos.
Así pues, hoy tenemos en una misma plancha a dos políticos que tienen esa poderosa cualidad personal. No es por nada que los que minimizan las opciones de García y se ríen de Lourdes Flores no hacen otra cosa que ocuparse de ellos desde que se supo que a la anodina alianza con el PPC, Flores se sumaba a la plancha. Por algo será.
Es una tontería el análisis según el cual al electorado peruano no le gustan las alianzas políticas. Ponen como ejemplo el fiasco del Fredemo en 1990. Esa alianza no perdió las elecciones generales por los que la integraron (Libertad, Acción Popular y PPC), sino porque Mario Vargas Llosa era un muy mal candidato, quien sumó dos vicepresidenciables que tenían poco arraigo popular y nacional, como Eduardo Orrego y Ernesto Alayza. El resultado fue el desastre. No es el caso ni de Alan García ni de Lourdes Flores.
Finalmente, ahora se entiende que, en el balance general, pesó más para García la alianza nacional con Lourdes Flores como vicepresidenta que con Álex Kouri en el Callao. Esto explica el inesperado alejamiento de Kouri, sin duda una de las exigencias de Flores para participar personalmente en la plancha.
Más allá de las sindicaciones éticas y políticas que han hecho y harán sus enemigos y rivales, lo que importa es si la fórmula Alan-Lourdes suma o no. El sentido común y la historia electoral de ambos parecen decir que sí.