Juanito le pregunta a Rosita: “¿Tu mamá trabaja?”, y ella le responde: “No trabaja porque tiene mucho que hacer”. Cerca del Día de la Madre, festejando los grandes avances de la mujer en el trabajo externo, conviene paralelamente no subestimar, o penalizar, la función de la mamá a tiempo completo. De aquella que trabaja en casa tanto o más que la que tiene ocupaciones fuera del hogar. Veamos.
Nadie puede negar la gran justicia del movimiento hacia la igualdad de la importancia de los sexos, pues gracias a que el control de la natalidad disminuyó la presión de los embarazos y el cuidado de hijos pequeños, las mujeres pudieron empezar carreras en puestos antes reservados a los hombres. Sin embargo, esta gran conquista para muchas mujeres Modernas no implica que las Conservadoras, estilo de vida que conserva más las tradiciones, que deciden quedarse en casa a cuidar a sus familias, ejerzan una función de calidad inferior. Porque la gran conquista de la mujer más que poder salir a trabajar es sobre todo poder decidir si desea aportar a su familia trabajando fuera o dentro de su casa, ambos aportes de inmenso valor.
Por esta razón, así como la sociedad valora mucho hoy el aporte económico de las mujeres en las empresas, convendría que valore mejor la función de quienes deciden quedarse en casa. Sería entonces un gran homenaje a esas madres el reconocer, de manera más explícita y más allá de su valor afectivo, el inmenso aporte que hacen dedicándose al cuidado de la familia.
Así, si analizáramos bien el valor económico que tiene el trabajo del ama de casa veríamos, por ejemplo, su aporte a la paz social debida a su esfuerzo en inculcar, a tiempo completo, valores morales a sus hijos. Y que la salud de la sociedad pasa por tenerla haciendo diariamente comida sana para su familia, y tener una enfermera cuidándola con esmero cuando alguien se enferma. De hecho, ¿cuánto costaría tener un profesor, un chef o una enfermera así, si le pagáramos por fuera? Y mejor aun si además de agradecerle con amor, lo hacemos de manera más concreta, con un fondo que les permite jubilarse, como lo merece cualquier trabajador esforzado.
Hacerlo contrarrestaría la posición de aquellos esposos machistas, que abusan de su poder al creer que el único aporte importante es el de quien trae dinero al hogar. También haría que las jóvenes que por vocación quieren dedicarse integralmente a sus hijos no se vean estigmatizadas por la sociedad. Y sobre todo, haría esa tarea más atractiva también para los hombres, que podrían decidir en mayor número ocuparse del hogar mientras la esposa ejerce su decisión de proveer externamente. Feliz día a todas las madres que trabajan, fuera y dentro del hogar.