Todos sabemos que las apariencias engañan. Pero el problema es que vivimos en un mundo de apariencias. Desconocemos el mecanismo interior de casi todo y tenemos que resignarnos a tratar de percibir únicamente lo que se nos ofrece delante. Por eso mismo, al final, lo que ponderamos para evaluar al otro son sus acciones y no sus procesos internos, que, en realidad, no podemos conocer. O, como resumió Plutarco, en política no solo hay que ser, sino parecer.
Pensaba en esto mientras veía la enésima mordida de cola de la izquierda con los dos temas favoritos de la derecha: el terrorismo y el chavismo. El jueves pasado, la bancada del Frente Amplio votó en contra de una inofensiva moción de solidaridad con el pueblo venezolano y de condena a su gobierno. La moción no iba a cambiar el destino político de Venezuela y menos el del Perú, pero fueron incapaces de votar con los demás. Les pesó el dedo y se dejaron colocar, otra vez, del lado incorrecto de la historia.
Más complicado ha sido el asunto de la presencia de la colaboración del ex líder terrorista Alberto Gálvez Olaechea con un artículo para una revista más bien académica. Ha habido mucho macartismo e histeria de un lado (titular, por ejemplo, que “Marisa Glave apoya revista de ex emerretista” es abiertamente una mentira). Pero también nuevamente nos topamos con la absoluta falta de sensibilidad de la izquierda respecto de su propia imagen y, además, respecto de las víctimas, en este caso, del MRTA.
La presentación de esta revista no era un evento partidario pero inevitablemente sí era un acto político. Podría alegarse que no tenían por qué preocuparse de la imagen que proyectarían, al no tratarse de una actividad dirigida al público general. En realidad, eso lo hace peor: le dieron municiones a los que quisieron hacer pasar esto como un encuentro casi clandestino. Acoger bajo su manto protector al señor Gálvez, por más arrepentido que esté, solo podía terminar en una situación como esta. El ex emerretista cumplió su condena y afirma, además, estar arrepentido. Perfecto, que le vaya bien en lo que sea que decida emprender el resto de su vida pero, ¿de verdad la izquierda va a pasar por alto que regrese a la vida política? Viniendo del sector que apoya con más entusiasmo la muerte civil de los corruptos, resulta de una incoherencia caricaturesca.
Leí a muchos izquierdistas preguntarse cómo demonios el fujimorismo pretendía salir indemne luego de colocar a los impresentables Chlimper y Rey en el BCR. Los leí mientras trataban de entender cómo es que no se dieron cuenta de que la indignación sería tan generalizada. Los leí augurando que esta despectiva burrada les pasaría factura en el 2021. Y tenían razón. Pero también tienen razón los que se preguntan cómo es que la izquierda pretende mantener sus viejas debilidades y, a la vez, ganar nuevos adeptos.