No sé quien presidirá el Congreso. Tampoco lo saben Iberico, ‘Vitocho’, Nadine ni nadie. Las listas se construirán hasta el último minuto del cierre de inscripciones entre el sábado 25 y el domingo 26. La impredictibilidad es la fuerza mayoritaria en el Parlamento.
Hay un nudo de voluntades y desganos; un estancamiento de la política parlamentaria que corresponde a la desconfianza de la ciudadanía en ella. Más o menos, este es el nudo por desenredar: el nacionalismo en minoría quiere mantener la presidencia porque le asegura el mangoneo de las convocatorias de sesiones, cuestiones previas y votaciones. La oposición encabezada por el fujimorismo y el aprismo quiere quitársela por eso mismo, y han encontrado un candidato ni fujimorista ni aprista, Luis Iberico, en condiciones de seducir a otras bancadas y hacer una sólida mayoría que resista las tentaciones oficialistas: compra de votos ofreciendo obras para las regiones. Un trabajador del Congreso me contó algo que me aterró, sobre la ocasión en la que se eligió a Ana María Solórzano: “Esto era un mercado persa, hasta en efectivo se compraban votos”.
El nacionalismo ha seguido perdiendo curules, lo que hace más impredecible, angustiosa e idiota esta guerrita de posiciones. Marisol Espinoza está descartada y ni Fredy Otárola ni Víctor Isla quieren serlo. Josué Gutiérrez es quien mejor perfil tiene para hacer de bonzo nacionalista y en estos días ha fugado a su tierra, Huánuco, asumo que para huir de las entrevistas mientras deshoja margaritas.
Lo más sabio sería apostar a un candidato de consenso, negociando términos con la oposición. Víctor Andrés García Belaunde sería una estupenda carta, pero esa concertación es un sueño loco. La bronca por ganar posiciones se ha instalado desde hace temporadas como la lógica de la interacción entre oficialismo y oposición. Difícilmente ella cambiará en unos días; ni siquiera porque Nadine Heredia esté hoy más concentrada en su propia defensa que en los trances de su bancada.
No creo que ‘Vitocho’ acepte ser candidato si no es de consenso, pero, como ese acuerdo es improbable, Iberico sigue siendo, como dicen los brujos, el mejor ‘aspectado’. Si su candidatura termina siendo destruida por la revelación –no hecha por ‘Vitocho’, pero sí ampliada por él– de que Lucho le llevó un mensaje de Orellana, García Belaunde quedará en esta comedia del poder como el perro del hortelano.
Pero, ojo, la diligencia de Iberico como mensajero de un delincuente resulta peccata minuta para bancadas que tienen en sus filas a sospechosos de narcotráfico y lavado de activos. Solo si en estos días aparecieran indicios más serios de una cercanía con Orellana, la oposición sí podría cambiar de candidato ante el descrédito popular que conllevaría elegir de presidente a un presunto amigo de la red mafiosa.
No me ha dejado satisfecho la explicación de Iberico de haber sido mero correo pasivo en una gestión que culminó en nada. Ha dicho en “Cuarto poder” que Orellana no le pidió el favor, sino una ‘fuente’ cuyo anonimato quiere conservar. Mmm, fuentes tenemos los periodistas cuando investigamos, no los congresistas cuando cabildean. Preferiría que Lucho dé más detalles de su diligencia –¿estará su fuente asociada al entorno partidario de César Acuña en que él milita?– y de su programa de concertación. Si despejara esas dudas, sería una buena carta para recuperar la magrísima aprobación congresal.