¿Alguno de nosotros pudo escoger su lugar de nacimiento? ¿Escoger el nivel de educación de sus padres? Claro que no. Estas son variables que poco influyen en la vida de un individuo que se desarrolla en una auténtica república. Lastimosamente, en la ‘república’ del Perú, el lugar de nacimiento es una de las variables más influyentes y determinantes en la realización del proyecto de vida que posee cada peruano.
Por eso, muchos dicen que los peruanos juegan con la cancha inclinada. En el Perú del siglo XXI, nacer de un lado del muro puede significar el inicio de una vida próspera cuyo individuo inicia su desarrollo integral desde el vientre de su madre o el inicio de una vida con mil y un carencias cuyo proceso para alcanzar el progreso será traumático.
¿Cómo y quién es el encargado de transformar esta triste realidad? Cuando se pretende construir una verdadera república, creo que el Estado es el principal responsable de asegurar la provisión universal de un conjunto básico de servicios públicos de alta calidad en educación, salud, transporte, etc. Los servicios públicos son importantes en todas las sociedades, pero lo son aún más en una sociedad tan desigual como la nuestra.
A pesar de la ausencia de estos servicios, el peruano del presente es una persona con suficiente autoestima que entiende que no es menos que nadie ni más que nadie, pero sí diferente de todos por ser peruano. La presencia de una red de servicios públicos de calidad para todos los peruanos ayudará a construir una fuerte identidad nacional. Esta contribuye al desarrollo progresivo del país, porque aviva el sentido de pertenencia al colectivo creando capital social, lo que permite fortalecer la relación entre el Estado y su pueblo, y mejorar los vínculos entre los peruanos.
Por todo lo mencionado, garantizar un paquete importante de servicios públicos de calidad para todos y todas representa un potente indicador que permite decir lo siguiente: se pasó de una republiqueta a una auténtica república, y eso es el Perú desde su nacimiento.