Mario Ghibellini

La famosa sentencia que afirma que “una imagen vale más que mil palabras” no es un proverbio oriental, pero parece. Sobre todo, si la imagen en cuestión presenta a dos personas de ese claro origen. Y eso es exactamente lo que ha sucedido esta semana con la publicación de la fotografía en la que y aparecen mostrando la ficha de afiliación de este último a . Lo que esa imagen proclama, en efecto, es que, más allá de las salvedades que los voceros del partido naranja se empeñan en repetir, el ingeniero está resuelto a participar en la contienda electoral del 2026. “En este momento, para él, la prioridad es su salud”, declaran esos voceros con solemnidad. Pero nadie les cree. No porque la salud no constituya un elemento determinante en lo que habrá de suceder con el expresidente de aquí a que la empiece, sino porque él debe estar haciendo cálculos políticos con prescindencia de lo que una contingencia como esa pueda terminar imponiéndole. Su razonamiento, sospechamos, no es “si la salud me acompaña dentro de un año, ya veré si postulo”, sino, más bien, “ya veré qué hago con la postulación a la que estoy decidido si dentro de un año mi salud se convierte en un problema”. La fantasía de volver a postular tiene que haber ocupado su mente durante los largos años de encierro que pasó en la , y la posibilidad de materializarla baila ahora delante de sus ojos. Se nos antoja, por eso, bastante improbable que la quiera dejar pasar por órdenes del doctor. Aparte del eventual inconveniente de la salud, sin embargo, existen, otros asuntos que conspiran contra la realización de su sueño y que requerirán de su parte respuestas más proactivas que la de la sola espera.

La incógnita naranja, por Mario Ghibellini. (Ilustración: Victor Aguilar Rúa)
La incógnita naranja, por Mario Ghibellini. (Ilustración: Victor Aguilar Rúa)

–Alerta de tsunami–

Nos referimos concretamente a las consideraciones legales que, al entender de muchos juristas, le impedirían ser candidato. El , aseveran esos hombres de leyes, no ha borrado su delito; solo lo ha eximido de seguir cumpliendo la pena del encierro. Pero la condena sigue vigente y las otras sanciones que comporta, también. Así, el expresidente mantiene la obligación de pagar la que se le impuso al ser sentenciado y está prohibido de asumir cualquier cargo público, sea por designación o elección popular. Y la alerta de que la noticia de su inscripción en Fuerza Popular ha desatado entre quienes no sienten nostalgia por él anuncia la pronta puesta en marcha de una cruzada para hacer valer tal prohibición.

Fujimori, pues, no puede estar pensando que ya lidiará con ese obstáculo cuando aparezca frente a él. Es de suponer que, desde antes de sonreír para la foto que todos hemos visto, tenía ya una estrategia en mente para sortearlo. La victimización, por ejemplo, jugará sin duda un papel protagónico en esa estrategia. El previsible argumento de que sus enemigos le quieren impedir postular porque le temen promete ser muy rendidor. Pero rendidor no es lo mismo que suficiente. Y la consistencia legal del impedimento que mencionamos difícilmente logrará ser mellada por una mera sacada de músculo como esa.

¿Cuenta el ingeniero con un ardid bajo la manga para superar ese escollo de hierro? Quién sabe, pero la verdad es que no parece muy probable. Así las cosas, resulta que, después de todo, la identidad del candidato presidencial de Fuerza Popular para el 2026 es un misterio, porque en una de esas Keiko tiene que ponerse a último momento las zapatillas y salir a jugar su cuarto partido. Y ahí sí que se acabó el misterio, porque el resultado de esa pichanga ya nos lo sabemos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.


Mario Ghibellini es Periodista