Mario Ghibellini

Con la sutileza que la caracteriza, la congresista acaba de recitar en Ecuador la regla no escrita que explica el comportamiento indulgente de la mayoría de la actual representación nacional hacia la presidente . “La derecha peruana la tuvo y la tiene que soportar hasta ahora porque podemos ir limitando algunas cosas de su comportamiento y sus decisiones”, sentenció durante una entrevista concedida en el país del norte. Y más adelante agregó: “[Pero] como nosotros tenemos el mecanismo de la vacancia, también podría salir de un momento a otro, porque cualquier cosa puede pasar en el Perú”. Por supuesto que la realidad que describe abarca un universo parlamentario que excede largamente lo que ella denomina “la derecha”, pues la entente que sostiene al Gobierno comprende también a las bancadas de Perú Libre, Podemos Perú y otras más que, o bien son declaradamente de izquierda, o bien no merecen calificación ideológica alguna. Pero pedirle rigor conceptual a la mentada congresista sería un gesto cruel al que no descenderemos.

Lo importante es que ha enunciado lo que todos sabíamos, pero nunca habíamos escuchado de labios de un legislador. Y que lo ha hecho con un añadido: el dato de que los tácitos suscriptores del acuerdo de apoyo a la mandataria están comenzando a revisar su fecha de expiración. La verdad es que, de un tiempo a esta parte, los indicios que apuntan en ese sentido asoman por doquier. El tono perentorio del reciente pronunciamiento de Fuerza Popular sobre lo que debe hacerse para combatir el crimen en las calles es un claro ejemplo de ello y la votación que dejó hace poco a la jefe del Estado sin viajar a Washington, también. Hace unos días, la señora Boluarte proclamó que la extorsión tenía en el país “las horas contadas”, pero en lo que sería una adaptación criolla de lo que se conoce como ironía trágica, daría la impresión de haberse estado refiriendo inadvertidamente a sí misma.


–The Bucket List–

Siempre supo ella que, una vez fuera del poder, sus problemas con la justicia comenzarían a cercarla, pero hasta hace poco pensaba que ello no ocurriría hasta el 28 de julio del 2026. El cambio de clima en el Congreso del que dan noticia las declaraciones de la congresista Chirinos, no obstante, debe haberla puesto a mirar el Rolex con preocupación. Sus antiguos ‘waykis’ con curul podrían optar por prescindir de sus servicios en abril del próximo año, cuando las siguientes elecciones generales ya estén convocadas, o después de Fiestas Patrias, cuando disolver el Parlamento ya no le sea posible. Bastante antes, en cualquier caso, de lo que tenía presupuestado.

En una película del 2007 titulada “The Bucket List”, Morgan Freeman y Jack Nicholson encarnan a dos enfermos terminales que, antes de que la parca los recoja, deciden cumplir con los deseos extravagantes que han consignado en una lista personal. En ese afán, se suben al Everest, vistan la Gran Muralla China en moto, se lanzan en paracaídas a la loca, se dan un atracón en el Chèvre d’Or en Francia y acometen mil otras empresas descabelladas, conscientes de que el tiempo se les agota. Quizás, en lugar de ver telenovelas turcas, la señora podría conseguirse este film e invitar al premier Adrianzén a verlo en Palacio. Total, los días de este en el poder están tan signados como los de ella. Y la circunstancia de que esté por viajar a Australia a conocer los canguros sugiere que él también ya se dio cuenta de que, como dijo el poeta, las horas no perdonarán a nadie. Y el Poder Judicial, menos.







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Mario Ghibellini es Periodista

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