Pocos trances tan embarazosos como el de una pretendida cabecita que resulta panzazo. Eso, sin embargo, pareció ser exactamente lo que le había sucedido esta semana a la congresista Patricia Chirinos de Avanza País, a raíz de su anuncio de una moción para vacar al presidente Castillo: se tiró a la piscina convencida de que ejecutaba un clavado y, al caer, dio la impresión de que lo había hecho sobre una cantidad de agua que no alcanzaba ni para sancocharse unos fideos. Salvo tres o cuatro compañeros de bancada que dubitativamente se sumaron a su empeño, la gran mayoría de sus colegas, en efecto, frunció al principio el ceño como diciendo “¿y a esta señora qué bicho le picó?”.
La legisladora Chirinos presentaba, pues, todos los síntomas de haber cedido una vez más a la tentación de una estridencia que atentaba contra la atención que merecían –y merecen todavía– otras cruzadas suyas (como la de buscar, por ejemplo, sanción para el inefable ‘Puka’ por la agresión verbal que le dispensó). Pero, vamos, afanes de notoriedad aparte, lo que la mencionada parlamentaria en realidad estaba haciendo era darle nombre a una fantasía instalada en la mente de muchos políticos afiebrados desde que el profesor que no aprende se ciñó la banda presidencial y empezó a desbarrar con denuedo. Y 24 horas después de su anuncio, tendría ocasión de comprobarlo.
–El collarín de Pacheco–
“Doy un paso al costado para evitar que el presidente sea objeto de esta campaña de desprestigio. Me voy con la frente en alto”, escribió ayer en su cuenta de Twitter el ahora exsecretario general de Palacio, Bruno Pacheco, al dar noticia de su renuncia al cargo. Desde luego que aquello de “la frente en alto” ha de haber obedecido al uso de algún collarín, pues los turbios episodios que hicieron impostergable su salida le habían ganado hacía ya tiempo una reprobación ciudadana prácticamente unánime. Lo realmente sugestivo de su mensaje, sin embargo, fue la alusión a la necesidad de evitarle al presidente las consecuencias de una supuesta “campaña de desprestigio”.
Seamos claros: desprestigio hay, pero no ha requerido de campaña alguna. El mandatario se lo ha labrado solito con la antología de nombramientos inauditos y la repartición de premios a allegados que ha desatado desde el 28 de julio a lo largo y ancho de la estructura del Estado. El forzado alejamiento de Pacheco es apenas el eslabón más reciente de una cadena de evacuaciones oprobiosas a las que el presidente ha tenido que resignarse y que han alimentado entre sus opositores y segundos la sensación de que podría estar acumulando puntos para ganarse un pasaje gratis de regreso al llano. Una pesadilla que, a estas alturas, debe de estar turbando con frecuencia el sueño en los aposentos de Palacio y que cualquier día podría traducirse en un repentino e involuntario alejamiento de la señora Boluarte del Gabinete.
No es un secreto, por otro lado, que el líder de Renovación Popular, Rafael López Aliaga, ha estado merodeando también la periferia de la vacancia desde hace meses. De hecho, la marcha nacional a la que ha convocado para el próximo sábado ha sido bautizada con un nombre que no deja mucho margen a la imaginación: “¡Vacancia ya!”. Era previsible, por lo tanto, que más temprano que tarde la bancada de su partido acabara plegándose a la moción de la congresista Chirinos. Y, para no quedarse en ‘off side’, pronto la hueste parlamentaria de Fuerza Popular tuvo que seguirle los pasos. Después de las dudas que había sembrado con su abstención en el intento original de llevar al ministro de Transportes y Comunicaciones a una interpelación en el Congreso, no podía andarse con remilgos.
Es de imaginar, además, que en los sectores más decididamente contrarios al gobierno de APP, Acción Popular y hasta Podemos Perú, la iniciativa haya comenzado a despertar simpatías en las últimas horas. Lo que, sumado a todo lo anterior, confirma que la señora Chirinos se limitó a mencionar al elefante que daba vueltas por la sala desde que el presidente Castillo estrenó esa variante criolla del Asilo de Arkham que fue su primer equipo ministerial. Se diría que ella se corrió un riesgo calculado que ahora le ha concedido un protagonismo importante en la oposición, pero cuyas últimas consecuencias están todavía por verse.
Por donde se la mire, es evidente que la iniciativa de vacancia presidencial no tiene cómo prosperar en el futuro inmediato.
–Delenda est–
El profesor Castillo ha ensartado despropósitos sin desmayo desde que llegó al poder, eso no está en discusión. Pero poner una vez más al país en la situación de zozobra que supone la decapitación de quien lidera –o debería liderar– el Estado no es broma. La mayoría de la población y los sectores parlamentarios más amables con el oficialismo requerirían, en opinión de esta pequeña columna, de elementos de juicio bastante más graves para convenir en la necesidad de una cirugía tan costosa.
Daría la impresión, sin embargo, de que, a pesar de la urgencia que comunican sus palabras, la congresista Chirinos no tiene especial apuro en conseguir su propósito. Si Roma no se construyó en un día, pensará quizás ella, la devastación de Chota no tiene tampoco por qué consumarse en un abrir y cerrar de ojos. Y mientras tanto, puede seguir ejecutando acrobacias a cuenta del elefante.
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