ANTONIO RODRÍGUEZ ROMANÍ
Más de cien mil peregrinos entre danzantes, campesinos, gente de ciudad, propios y foráneos, peruanos y extranjeros, se dan cita en esta época del año para rendirle culto al Señor de Qoyllur Riti o conocer esta expresión cultural-religiosa que ocurre al pie del nevado Ausangate, ubicado en el departamento del Cusco a más de 6400 m.s.n.m.
Cada año el fervor religioso, la curiosidad, el amor por nuestra cultura, entre otras motivaciones, atrae a miles de personas para conocer esta maravillosa tradición cultural, que no tiene data exacta de su nacimiento, pero como todos suponemos se practica desde antes de la llegada de los españoles, hay algunos que dicen que su origen nace en la Amazonía, cuando un día los nativos se preguntaron a qué le debían la abundancia de recursos. Se dieron cuenta de que todo se lo debían al agua y salieron en busca de la “madre del agua” y llegaron al nevado Ausangate, desde entonces le rendían pleitesía, pero la llegada de los conquistadores los ahuyentó, no es casualidad que los Wayri Chunchus sean una de las danzas más importantes de esta celebración y que además sean los celosos cuidadores del anda al Señor de Qoyllur Riti durante todos los días de fiesta que incluye la procesión de 24 horas hacía la ceremonia del Inti Alavado.
Una de las cuatro naciones que participan de esta importante celebración es la nación Paucartambo, que junto a sus danzantes los Pabluchas, los Qapaq Qolla, los Qapaq Chunchu y los Wayri Chunchus le muestran su devoción al Cristo pintado sobre una roca, pero además le siguen rindiendo culto a los apus, al espíritu de la montaña y a la madre del agua, con ritos y pagos tal como lo hacían sus ancestros.
José Luis Mamani León, presidente de Danzantes de la Nación Paucartambo y caporal de los Pabluchas, se siente muy orgulloso de ser depositario de esta tradición desde los 9 años, hoy ya tiene 40 y en su familia ser Pablucha es una tradición. Sus menores hijos José Miguel y Jorge Luis, de 12 y 9 años respectivamente, siguen sus pasos y quieren llegar a ser como su padre.
Es cierto que toda expresión cultural con el transcurrir de los años se transforma, se fusiona, cambia y ello enriquece su existencia, pero en estos tiempos surge una interrogante que salta a la vista a los que visitamos cada año el nevado Ausangate: ¿Que ocurrirá con estas expresiones culturales que vienen de los ancestros hasta nuestros días cuando aquel nevado que nos “abriga” deje de tener nieve por el efecto invernadero del cambio climático?