Día de la Madre
Día de la Madre
Hernán Medrano Marin

Dicen que el amor rompe barreras y que no hay uno más grande que el de una madre. Eso lo saben bien Valiantsina Hinko, ciudadana natal de Bielorrusia y, desde hoy peruana, quien con gran emoción recibe el documento de su nueva nacionalidad y se lo enseña a su esposo y sus dos hijos, quienes esperan ansiosos que termine la ceremonia para correr a abrazarla.

La relación que tiene Valiantsina con el Perú comenzó en Estados Unidos hace 13 años, cuando una tarde del 2005 un amigo le presentó en la ciudad de Durango, en Colorado, a Augusto, quien luego se convertiría en su esposo y padre de sus hijos. La bielorrusa recuerda que la sazón que tenía al cocinar fue lo que la enamoró. “Todo empezó con la comida, en mi país la comida no tiene mucho aderezo”, comenta Valiantsina mientras se le dibuja una sonrisa en el rostro.

Fue en el 2011 que esta familia decide mudarse al Perú. “Al comienzo fue difícil, no sabía hablar español, solo sabía decir ‘hola’ y ‘te amo’”, dice Valiantsina. Sin embargo, logró adaptarse a la cultura peruana y ahora se desempeña como profesora en un conocido instituto de idiomas, en el cual también lleva clases para perfeccionar su español.

Valiantsina no se avergüenza en demostrar su amor por el Perú, por eso entona con gran fervor las letras del Himno Nacional y jura solemnemente respetar la patria y las leyes peruanas. Sus hijos la recompensan con un gran beso y una rosa. Ella es su mamá.

En tanto, al norte del Perú, en la ciudad ecuatoriana de Cuenca, que es una de las más pequeñas y acogedoras de ese país, Andrea Fernández nunca pensó que se iría de este lugar y llegaría a Lima, junto a su esposo, Manuel Borja, un ingeniero civil que llegó a su ciudad natal por motivo de trabajo. Andrea se enamoró tanto, que luego de tres años decidió proclamarlo ante Dios y la sociedad civil.

Tras recibir su Título de Nacionalidad Peruana, Andrea no puede contener la emoción y corre en busca de su esposo, ambos se miran y con un abrazo profundo y prolongado demuestran el amor que se tienen. Manuel la mira y sonríe, es entonces que su mano se separa del rostro de su esposa y la coloca en su abdomen, ella derrama una lágrima y ambos se vuelven a unir en otro abrazo. Ellos saben que en aproximadamente en una semana la pequeña Sara, de 39 semanas de vida, les dará otro motivo para celebrar.

Y si hablamos de razones para celebrar, los peruanos conocemos una que nos la hemos guardado por 36 largos años. El pase al mundial también fue celebrado por Natalia Kalitenko, ciudadana rusa de 31 años, quien asegura que Perú será un difícil rival para cualquier selección que la enfrente. El amor de Natalia por el Perú es verdadero. No dudó en quedarse luego que un amigo la invitara al país a pasar unos días de vacaciones. “Cuando vine me enamoré del Perú y de mi amigo”, cuenta Natalia mientras se le escapa una pequeña risa.

Al llegar al Perú, Natalia se maravilló con su diversidad cultural. Con cada viaje al interior del país se enamoraba más de él. Ella notaba que las costumbres locales eran muy diferentes a las que tenía en su país natal. “A diferencia de Rusia me sorprende la calidez de la gente peruana. Te ayuda y te da la mano”. 

Con mucho esfuerzo y actitud positiva, Natalia inició un negocio de exportación de frutos peruanos. Hoy en día posee su propia empresa y ayuda en la economía del hogar, junto a su ahora esposo. El cariño y afecto que le demuestran sus vecinos y compañeros de trabajo, hace posible que Natalia se sienta agradecida a este país. Además, Emilia y Valentina, sus dos hijas peruanas de 2 años y tres meses, son de esas razones que te hacen sentir un gran cariño por un lugar.

Ese mismo cariño por una tierra es el que tiene Andrea Núñez, que quien con 28 años nunca se imaginó que aquel peruano que conoció en su colegio, allá en Venezuela, en el año 2005, sería con quien se casaría años más tarde. Y mucho menos que él sería el padre de su pequeña hija de 1 año y 10 meses. Pero el amor es así, no conoce fronteras ni nacionalidades. Andrea cuenta que era el año 1991 cuando la familia de su esposo viajó a Venezuela. Ella recién había nacido y no tenía ni idea de lo que significaba ser peruano o venezolano.

Los recuerdos son vagos, pero si la memoria no le falla, Andrea no dudó en viajar junto a su esposo hacia el Perú. La búsqueda de un mejor futuro para su nueva familia es la principal razón por la que están aquí. Al tomar entre sus manos el título que le otorga la nacionalidad peruana, Andrea respira profundo y con tremenda emoción carga a su niña, quien le sonríe y hace que mamá se emocione aún más. Pasos más allá la espera su suegra a quien abraza con tal fuerza que la hace tambalear por un momento. A falta de una madre cercana, el afecto de ella la hace sentir como en casa.

Vale precisar que la Superintendencia Nacional de Migraciones otorgó este jueves la nacionalidad peruana a 20 ciudadanas extrajeras en una ceremonia especial a vísperas del Día de la Madre.

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