Desde que el coronavirus llegó al Perú, hace casi un año, 41.980 niños de 0 a 11 años se han contagiado y 170 fallecieron por esta enfermedad en el país, según datos hasta el 31 de enero del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades, del Ministerio de Salud (Minsa). En el caso de adolescentes de 12 a 17 años, el acumulado nacional de contagios llega a 32.740 y los decesos han sido 83.
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Solo en el mes de enero, el Minsa ha detectado 1.907 casos nuevos de niños de 0 a 11 años infectados y 2.926 casos nuevos de adolescentes en el ámbito nacional.
Días atrás, la presidenta de Essalud, Fiorella Molinelli, alertó que los contagios de COVID-19 en adolescentes aumentaron en 59% entre la primera y segunda semana de este mes. Del 3 al 9 de enero se registraron 388 contagios entre menores de 12 a 17 años, mientras que del 10 al 16 de enero se reportaron 617 casos (un incremento de 229).
Del mismo modo, médicos consultados por El Comercio indican que la cantidad de niños con síntomas de COVID-19 que están llegando a las consultas ha empezado a aumentar.
NO SON INMUNES
En principio, el Doctor Idauro Aguirre Sosa, vocal del Colegio Médico del Perú y pediatra en el Hospital Nacional Docente Madre Niño San Bartolomé, aclara que los niños contraen la enfermedad en menor porcentaje que los adultos. Sin embargo, “esto no debe generar la falsa percepción de que son inmunes al virus”.
En el Perú, según el Minsa, se reporta entre 4% y 5% de niños infectados por COVID-19, desarrollando generalmente cuadros asintomáticos, leves o leves moderados. Entre estos casos hay un 5% que alcanza formas más severas de la enfermedad y necesitan cuidados intensivos, ventilación mecánica y “pueden algunos de ellos lamentablemente fallecer; esa es una de las cosas que debemos tener en cuenta los padres”, afirma el pediatra.
Según las estadísticas de los especialistas, la población infantil que se encuentra más propensa a contraer el virus es la de los infantes menores a 5 años. “En el Hospital San Bartolomé tuvimos cuatro niños fallecidos por COVID-19, pero todos ellos tuvieron una comorbilidad de fondo”, precisa Aguirre.
LAS ENFERMEDADES PREEXISTENTES
El pediatra indica que todo niño o adulto con alguna comorbilidad o patología de fondo tiene un importante factor de riesgo para contraer el virus y desencadenar en una enfermedad severa como, por ejemplo, la de Kawasaki, una inflamación en las paredes de algunos vasos sanguíneos que se ha detectado en ciertos casos que habían superado el COVID-19.
“Un paciente pediátrico no muere por COVID-19, no muere porque tuvo COVID, muere porque el COVID ha desencadeno y descompensado la patología de fondo que tenía”, asevera Franklin Mendoza Torres, coordinador de la UCI Pediátrica-COVID del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja.
Mendoza informó que, en lo que va de la emergencia sanitaria, este centro ha atendido a 3.283 niños y adolescentes con cuadros respiratorios; es decir, con sospecha de COVID-19. Solo este mes han brindado atención allí a 214 menores con estos cuadros.
El INSN San Borja, además, ha registrado 160 casos de niños y adolescentes que superaron el coronavirus, de los cuales 147 fueron a sus casas y 13 aún permanecen hospitalizados para continuar un tratamiento médico por la patología de fondo que presentan. “Los pacientes [hospitalizados] han recibido un soporte asistido, pero son niños con comorbilidades, tienen enfermedades neurológicas, enfermedades cardíacas congénitas o son operados de patologías del corazón, pacientes con leucemia o que han tenido traumas como quemaduras y, a la vez, tuvieron COVID-19”, señala Mendoza.
Según el INSN San Borja, los niños a los que se les detectó el COVID-19 sufrían patologías preexistentes, en su mayoría enfermedades cardiológicas, cardiovasculares, hematológicas, leucemia linfoblástica aguda, enfermedades neurológicas, obesidad y sobrepeso, y diabetes. También se han presentado casos de COVID pediátrico en niños postoperados con comorbilidades de parálisis cerebral y problemas respiratorios.
Con respecto a enfermedades como la anemia, el doctor Aguirre asegura “que en nuestro país el grado de anemia es bastante alto, entre el 30% y 40% de la población infantil lo presenta”, sin embargo, en el Hospital San Bartolomé no hubo casos de coronavirus relacionados con la afección.
SÍNTOMAS EN LOS NIÑOS
Ambos médicos consultados por El Comercio confirman que muchos casos pediátricos suelen ser asintomáticos. No obstante, los padres deben estar alertas a las siguientes señales: dolor gastrointestinal, dolor abdominal, malestar general y fiebre. En algunos casos hay “pacientes con cuadro de abdomen agudo quirúrgico que finalmente era parte de la evolución del COVID”, explica el doctor Mendoza.
“Esta presentación clínica del aparato gástrico intestinal todavía predomina en los pacientes pediátricos. Sin ir muy lejos, tenemos a un paciente que entró hace unos días con dolor abdominal, náuseas y vómitos. Estaba asociado con una infección urinaria y de pronto la prueba salió positiva”, cuenta el médico.
El especialista también indica que, si los síntomas no tienen una explicación probable de una intoxicación alimentaria en el contexto familiar, se podría tratar de un contagio de coronavirus.
El doctor Idauro Aguirre agrega otros signos de alarma: “Los papás deben detectar cómo respiran los niños, si se les hunde el pecho o no y si comienzan a respirar más rápido les decimos que se acerquen al hospital para evaluarlo, tomarle análisis y ver si hay la necesidad de hospitalizarlos”.
PROBLEMA SOCIAL
El aumento en los contagios de niños y adolescentes, según los especialistas, tendría un trasfondo conductual. Al encontrarse en período de vacaciones, los menores están saliendo con mayor frecuencia, acompañando a sus familias a centros comerciales y otros lugares con aglomeraciones. “El problema es social, más que una patología de fondo que tenga el paciente. Estamos observando que familias enteras se están contagiando en este momento”, confirma Mendoza.
Otro problema es que, hasta antes de la cuarentena decretada en la capital y otras ocho regiones, algunos centros educativos habían iniciado clases de verano presenciales. En su mayoría, instituciones de educación inicial o de estimulación, en donde “niños de 2 a 4 años –explica Martínez– suelen explorar objetos y juguetes que pueden llevarse a la boca y corren el riesgo de intercambiar fluidos, intensificando de alguna manera el contagio por coronavirus”.
SALUD MENTAL DE LOS NIÑOS
Los especialistas consideran que se debe encontrar un balance entre las salidas y una mayor responsabilidad de los adultos a cargo.
“He visto a niños en mercados y centros comerciales. Diría que lo que debemos hacer en la medida de lo posible antes de salir es entrenar a nuestros hijos para que puedan limitar el contacto físico con algunos elementos que podrían significar algún tipo de contagio”, comenta José Martínez, director del Instituto Peruano de Análisis Conductual.
El experto señala que se evidencia una “carga mental” en los niños cuando hacen pataletas, lloran incesantemente o realizan diferentes actividades a la vez sin lograr concentrarse por un tiempo determinado. “En algunos casos incluso se paran al lado de la ventana o la puerta pidiendo salir de casa”.
“Los padres deben entender que la naturaleza de un niño es siempre estar en movimiento, es interactuar, siempre es el juego. La pataleta de un niño puede ser una expresión de estrés infantil debido a que no se está presentando la interacción que debe tener con otros niños”, señala el experto.
Debido al incremento de contagios en niños, el analista recomienda crear hábitos. Lo más prudente es evitar sacar a los niños a lugares concurridos. Sin embargo, si evidencia que la conducta del menor es incansable, se pueden seguir las siguientes recomendaciones:
- Salir de 20 a 30 minutos al parque.
- Explorar dentro de la casa, buscar elementos domésticos diferentes a los juguetes de los pequeños.
- Realizar talleres de pintura y cocina, pueden consultar plataformas multimedia para aprender más de las actividades.
En caso de no tener un parque cerca, se puede salir con el niño a dar una vuelta a la manzana para contar autos y personas, mostrarles cómo debe saludar a otras personas levantando la mano, siempre respetando el distanciamiento social. “Depende de nosotros que podamos tener paciencia, ganas y buen humor”, apunta Martínez.
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