Bolsas plásticas de todos los tamaños y colores, restos de cartón, partes de electrodomésticos y cientos de miles de moscas han empezado a poblar los extensos mantos de arena fina del sector de Pampa de Ocas, en el desierto de California (Pisco).
Hasta hace dos años, este espacio, ubicado en la margen izquierda del km 234 de la Panamericana Sur, entre los circuitos turísticos de Paracas y Pisco, era el paraíso en la tierra para los amantes del sandboard y los recorridos a gran velocidad en vehículos tubulares por dunas de hasta 180 metros de alto. Sin embargo quienes aún persisten en visitarlo deben afrontar el terrible espectáculo de los desechos, que se esparcen por acción de los fuertes vientos en un radio de 10 km, desde un botadero que la comuna de Túpac Amaru Inca habilitó en un área de 500 m2 .
“Estamos desesperados. En los días de viento, que son la mayoría del año, no tenemos cómo explicar a los turistas que la basura llega hasta aquí por culpa de la propia municipalidad”, afirma Juan Vidal Reyes, empresario turístico que en agosto pasado denunció al distrito por contaminar el medio ambiente.
El Comercio recorrió los alrededores del botadero y constató cómo los desechos van ganando terreno, sobre todo en dunas al este de donde los camiones municipales arrojan su carga. Jacinto Gutiérrez, uno de los recicladores que trabaja en el lugar, asegura que hay días en los que los remolinos de viento son tan poderosos que cargan hasta con los sacos en los que él separa plásticos y papeles. Cada semana, trabajando 16 horas diarias, puede ganar hasta S/.600 con la cantidad de residuos que logra separar.
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