Fue un 7 de octubre del 2020 cuando un manatí bebé fue encontrado por quienes salvarían su vida un tiempo después. “Mayo”, como lo llamaron, se encontraba en la zona del río Putumayo, cerca a la frontera entre Perú y Colombia, y presentaba una herida de arpón de aproximadamente 14 centímetros de profundidad que complicaba gravemente su salud. Alguien había tratado de cazarlo, pero no había logrado su objetivo.
Aquel día de octubre, el manatí amazónico fue rescatado por el personal del Centro de Rescate Amazónico (CREA) y The Dallas World Aquarium Zoo (DWAZoo), organizaciones especializadas en rescate de fauna silvestre, pero, pese a los esfuerzos, el trabajo no fue fácil debido a su estado de salud. Su recuperación llevó unos siete meses y “hubo momentos en los que se temió por su vida”, cuentan desde CREA. Sin embargo, este 27 de junio, todos los esfuerzos acumulados por años cumplieron sus objetivos y Mayo fue liberado en medio de la selva amazónica en un lugar trascendental en el Área de Conservación Regional Comunal Tamshiyacu Tahuayo en la región Loreto.
Junto con Mayo también se liberó a Remansa, una manatí hembra rescatada a inicios de este año con diversas heridas en el cuerpo, la mutilación del borde de una aleta y orificios en la cola, y a Tahuayo, un manatí bebé rescatado en 2016 que incluso fue transportado en una bolsa plástica por la persona que lo mantenía en cautivero. La liberación de estos tres ejemplares es la novena liberación de manatíes amazónicos por parte de CREA y DWAZoo que suman 31 manatíes rescatados desde el 2007.
Para la liberación de Mayo, Remansa y Tahuayo se sacó a los manatíes del centro de rescate y se les puso en unos cajones especiales de madera con espuma acolchonada dentro. Estos fueron trasladados hasta un puerto en Iquitos donde se subieron a un bote rápido para llegar, en tres horas, a la zona de liberación por el río Amazonas. Durante este proceso se les fue mojando a cada rato, aunque ellos pueden estar un día entero fuera del agua. Al llegar al río Tahuayo, se pasaron a botes más pequeños para ir a un punto exacto: una laguna donde ya se habían hecho liberaciones y tiene muy buenas condiciones.
Cristian Vélez, coordinador de educación ambiental y turismo en CREA, comentó que todo esto se hizo en compañía de las ocho comunidades que viven en la zona, durante la liberación participaron los líderes y los niños de las comunidades, así como las autoridades del gobierno regional de Loreto. Agregó que al día siguiente de la liberación, el equipo de CREA pudo comprobar que los manatíes seguían cerca a la zona pero ya un poco más alejados del punto específico de liberación. Este monitoreo se hará por seis meses más.
Antes de la liberación, el de rescate de estos animales que pueden alcanzar hasta los 300 kilogramos no es en absoluto tarea fácil. Cuando se decomisa un manatí amazónico bebé estos solo pueden tomar leche materna, aunque la madre, generalmente, no se encuentra con ellos. Por eso, sus posibilidades de sobrevivir son mínimas. Sin embargo, en el centro de rescate se les da una fórmula especial creada para ellos. Sus cuidadores, quienes se encariñan día a día con ellos, les dan un litro de leche al día a cada uno de ellos hasta que cumplen dos años; luego, añaden plantas acuáticas a su dieta.
Además, el proceso de reinserción no termina cuando los manatíes son liberados. Los equipos involucrados permanecen en la zona de liberación durante meses para monitorear el progreso de los animales mediante un transmisor colocado en su cola y otro paso fundamental es educar a las comunidades cercanas donde se liberan, para evitar que estos sean cazados nuevamente y víctimas de tráfico ilegal.
Cristian contó a El Comercio que existen dos razones por las que las personas cazan manatíes. La primera es para comer o vender su carne y la segunda para tenerlos como mascotas. Por esa razón, educar a la población es fundamental para que entiendan las consecuencias de la caza y tráfico de animales silvestres. “Hay veces, cuando empezamos el trabajo de educación, luego de ir a una escuela, muchos niños vienen y dicen: ‘oye, mira, tengo este animal en mi casa’, porque es un tema muy cultural”, expresó.
De hecho, los programas educativos que se vienen desarrollando en Iquitos han traído frutos. Velez compartió que en 2007, cuando comenzaron con el trabajo, encontraron 15 manatíes muertos en la carretera de la ciudad. Sin embargo, ya son cinco años continuos en que no se ha encontrado ningún manatí víctima de tráfico en la ciudad de Iquitos; los últimos rescatados han sido en comunidades lejanas.
Tráfico ilegal de animales
Lamentablemente, el tráfico de especies en Iquitos, así como en el resto de la Amazonía y el país, no afecta únicamente a manatíes sino a cientos de especies. Solo en 2019 más de 6.200 animales vivos de origen ilegal fueron recuperados en 17 departamentos del país. En el 2020, durante la pandemia, fueron aproximadamente 1.400. Recordemos que el comercio ilegal de especies silvestres es el cuarto comercio ilegal más lucrativo del mundo.
Además, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) compartió con este Diario las últimas cifras de especies intervenidas entre 2022 y 2023 (hasta mayo). Fueron 1.445 animales intervenidos que terminaron con un proceso administrativo sancionador; es decir, se encontró al traficante. Sin embargo, si tenemos en cuenta los hallazgos o abandonos, fueron 6.371. Las especies decomisadas más comunes de las cuales se inició un proceso fueron: mariposa, rana acuática, zorro andino, rana del lago de Junín, lagartija y taricaya. Es importante resaltar que esta data no contempla la región amazónica Ucayali porque las autoridades regionales no han enviado la información al Serfor.
Javier Velásquez, biólogo y activista dedicado a la preservación de la fauna y flora y director de CREA, explicó que los animales víctimas de tráfico ilegal sufren muchísimo a pesar de que algunos luego son rescatados y liberados. “Desde que son extraídos de la naturaleza, como el tráfico de esta especie es ilegal, entonces los cazadores los esconden, los ponen en recipientes muy estrechos con poco oxígeno, sin alimento ni agua”, contó.
Resaltó que la situación es aún más crítica pues de cada 10 animales que son extraídos de la naturaleza, solo uno sobrevive. “El nivel de estrés y sufrimiento es muy alto”, agregó.
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Sobre la situación en Iquitos, Velásquez explicó que es complejo pues es la ciudad amazónica más grande del Perú, entonces concentra la mayor parte de la demanda de estos animales. “Desde tiempos inmemoriales el poblador amazónico ha entendido que la fauna silvestre puede ser utilizada para consumo y mascotas. Cambiar ese uso tradicional es complejo”, sostuvo el especialista.
En CREA, además de manatíes, se han liberado más de 9 mil tortugas, 14 osos perezosos y 5 delfines de río. El Comercio pudo ser parte de la liberación de 41 tortugas de agua, taricayas, durante un recorrido organizado por el programa SOSelva de la empresa Latam quienes trasladaron algunas de las tortugas - que habían sido rescatadas en Lima - a Iquitos. Esta especie es una de las más fáciles de reinsertar, comentaron los especialistas, sin embargo, también es una de las víctimas más frecuentes de trata ilegal. “Detrás de ellas hay mucho sufrimiento. Han pasado hambre, enfermedades, las sacaron del bosque. Detrás de la liberación también hay mucha gente que ha hecho posible esto”, dijo el director de CREA.
Fotos: Hugo Pérez
Aunque también una de las más traficadas.
Esta actividad ilegal es uno de los delitos más grandes del mundo, se compara con tráfico de drogas, armas y personas, indicó Luis Zari, especialista legal de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA). "Al ser de gran escala y un delito de escala internacional puede mover 20 mil millones de dólares al año", sostuvo.
Explicó que son redes criminales que operan en todo el mundo, incluido Perú, pues este es uno de los países proveedores de animales desde hace mucho tiempo.
Por otro lado, comentó que se puede ver un descenso en las cifras de animales decomisados desde el 2020, pero no necesariamente porque el tráfico de animales haya disminuido, sino porque la pandemia y la cuarentena impidió el actuar de las autoridades. Asimismo, la pandemia hizo que aumente la comercialización virtual y muchas veces las autoridades no tienen las herramientas para investigarlo y frenarlo, agregó.