Qué se le dice a un hombre que acaba de perder a su esposa, una valiente mujer que pereció víctima del dengue, en Piura, después de alumbrar al bebé que había gestado durante ocho meses. ¿Acaso bastan una palmada y un sentido pésame?
Richard Juárez Zapata tiene la mirada derrotada. Reposa en un banco de madera mientras, a duras penas, estrecha su mano derecha a los vecinos, amigos y familiares, que llegan hasta su casa, en La Legua (Catacaos), para acompañarlo en su dolor.
Los visitantes se acercan hasta el féretro donde está el cuerpo de Lorena Timaná Bautista, la valiente mujer de 35 años que el viernes último se hizo madre por segunda vez, poco tiempo antes de morir.
Hasta ese viernes, la mujer no presentaba ninguna complicación en su embarazo. “La llevaba frecuentemente a sus controles, y no había ningún problema. Todo ocurrió aquel día, en que se sintió mal, y la llevamos de emergencia a la clínica. De allí la derivaron al hospital Santa Rosa porque sus plaquetas estaban muy bajas”, narró Richard.
En el hospital, ese mismo viernes por la tarde, los médicos le realizaron con éxito una cesárea. Sin embargo, “en el postoperatorio, el domingo casi al mediodía, falleció debido a un cuadro de dengue muy fuerte”, precisó el director del hospital Santa Rosa, José Fernández.
-La lucha continúa-
El bebé está estable, pero hoy pasó por una consulta con el infectólogo para determinar si tiene dengue congénito, es decir, transmitido por su madre, informó Fernández a El Comercio. “Si fuera así habría que intervenirlo rápidamente, con el tratamiento de soporte, hidratación, observarlo y evaluarlo permanentemente. Los resultados los tendremos entre hoy y mañana”, comentó.
Mientras tanto, la hija de 7 años de Lorena y Richard intenta disimular jugando el dolor por la ausencia de su madre. “El domingo no paraba de llorar. Ya le hemos dicho todo, porque se ha dado cuenta del cajón”, relató el consternado hombre. A su lado está el ataúd blanco, impoluto, de su esposa. Más tarde será llevado al cementerio de La Legua.
Afuera, mientras tanto, se oye el ruido las máquinas fumigadoras operadas por los soldados del Ejército. “Muy tarde, dice Juana Bautista Yamunaqué, madre de la fallecida. Si hubieran venido antes, antes de todas estas muertes, quizás mi hija estuviera viva”. Qué se le dice a una madre que acaba de perder a una hija. ¿Bastan una palmada y un sentido pésame?