Así deben soportar el frío las familias rurales de zonas altoandinas de Puno

La madrugada del último viernes, los termómetros marcaron las temperaturas más bajas de estos últimos días en la región Puno. Según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), en el distrito de Mazocruz se registró -21,6 grados. El intenso frío por debajo de los cero grados es recurrente en todo el altiplano puneño.

Al promediar las 7:30 a.m., en Llapa Apacheta del sector Ccatahui, de la comunidad Jatucachi del distrito de Pichacani en la provincia y región Puno, el astro sol ya está elevado en el firmamento, pero sus rayos apenas calientan el ambiente. Los bofedales y arroyos siguen congelados a esa hora, acrecentando la sensación de frío.

El lugar ubicado a 4.690 metros de altura, está habitado por decenas de familias dedicadas a la crianza de alpacas y llamas. Subsisten en viviendas de adobe y piedra esparcidas en una amplia pradera sinuosa donde el escaso pasto, ichu, y otras especies vegetales son el alimento de esos camélidos.

“Gracias por visitarnos y ver cómo estamos. Aquí, así no más soportamos el frío”, manifestó Timotea Felipa Ccopa Merma, de 70 años. Ella vive en esa estancia pastoril junto a tres niños y su yerna, al cuidado de medio centenar de cabezas de alpacas y llamas.

La piel en los rostros, manos y pies de los niños, ásperos y agrietados, quemados por la helada y rayos solares del día, expresan por si sola la crudeza del invierno que deben afrontar en esta temporada, como casi todos los años.

Además de soportar las bajas temperaturas, son evidentes las señales de pobreza que rodea la estancia. En el lugar se ve la presencia del Estado, la familia es beneficiaría de una ‘casita caliente’, en proceso de construcción, que es habitada por Felipa Ccopa.

“No es tan caliente como dicen, seguimos sintiendo frío. Yo no más duermo en este cuarto. Cuando lo acaben tal vez sea más caliente”, refiere Felipa en su idioma nativo el aimara, mostrando al mismo tiempo el precario camastro donde ahora pasa sus noches.

Los demás miembros de la familia pernoctan en otras habitaciones de piedras y adobe con techo de calamina, donde el frío es mucho más intenso. Allí, niños y adultos deben dormir en una sola cama para proporcionarse calor mutuo.

“Un mes estaba enferma mi hija [de 10 años] con tos, no podíamos llevarlo al puesto de salud. Con mates no más la hemos curado”, nos cuenta su madre Reyna Fuentes Ponce, que sabe muy poco sobre la pandemia del COVID-19, cuando le preguntamos sobre ese tema.

Pero nos cuenta que sus niños no están yendo a la escuela y una vez cada dos semanas llega a esa estancia su profesor para darles tareas. Al sitio no ingresa ninguna señal de celular o televisión, apenas radioemisoras del vecino país boliviano.

—Falta ayuda—

“En las partes altoandinas de mi distrito, estos meses son las áreas más afectadas por las heladas, donde el hielo de las aguas de bofedales y riachuelos alcanza hasta 10 centímetros de altura en las madrugadas, afectando la salud de la población, especialmente niños y adultos mayores”, indica a El Comercio Pedro Erasmo Ramos Cutimbo, alcalde del distrito de Pichacani.

Según esa autoridad, son aproximadamente unas 500 familias las que viven en las mismas condiciones de la estancia antes descrita. Todas espaciadas en una amplia zona altoandina que comprende los centros poblados de Jatucachi, Huarijuyo y Pichacani.

El frío intenso no solamente afecta a niños y adultos, causándoles infecciones respiratorias agudas (IRA) o neumonías, también aqueja al ganado de esas familias que contraen enfermedades como la enterotoxemia que suele mermar los hatos con niveles de mortandad preocupante.

“Necesitamos mucha ayuda, nuestro presupuesto no alcanza para atender la demanda. Nos hemos reunido con las autoridades de Defensa Civil regional para coordinar el apoyo hacia esas familias con ropa de abrigo para las personas y kits veterinarios para sus animales”, señaló Ramos Cutimbo.

—Emergencia—

Para implementar acciones y reducir el alto riesgo de las bajas temperaturas, el Gobierno central emitió el último viernes el Decreto Supremo 120 que declara en estado de emergencia por peligro inminente a varias jurisdicciones del país. En Puno, son 21 distritos las que están comprendidas en esa norma, indicó Lippmamm Escobar Vera, jefe de la Oficina Regional de Gestión del Riesgo de Desastres y Seguridad del Gobierno Regional de Puno.

El funcionario indicó que en una reunión virtual cumplida con las autoridades ediles, estos fueron advertidos de los procedimientos que deben cumplir para atender la emergencia en beneficio de las familias en situación de vulnerabilidad.

Primeramente, a nivel distrital disponer de sus propios recursos mediante el programa presupuestal 68 que les permite implementar bienes de ayuda humanitaria para atender emergencias, en caso de ser insuficiente acudir a un segundo nivel que es el provincial, luego gobiernos regionales y finalmente el Indeci.

Para iniciar el proceso de entrega de ayuda a las familias en riesgo, los alcaldes deben presentar en primer término su plan de intervención de acciones inmediata donde deben especificarse cómo se atenderá y con qué recursos para la cantidad de familias identificadas en situación de vulnerabilidad.

Escobar Vera, dijo que dada la premura del tiempo y estar afrontando ya el frío, las autoridades ediles deben presentar dichos planes en el transcurso de la siguiente semana para estar considerados en las acciones de apoyo a sus poblaciones.

—Frío en el Titicaca—

El director regional del Senamhi en Puno, Sixto Flores Sancho, indicó que las bajas temperaturas seguirán hasta la siguiente semana, con posibilidad de que siga descendiendo mucho más.

Todos los habitantes de las ciudades y localidades ubicadas en el altiplano están soportando temperaturas extremas, incluso las poblaciones asentadas en el mismo lago Titicaca.

Así por ejemplo en la isla flotantes Uros, donde el efecto termorregulador del lago suele mitigar las bajas temperaturas, este año por algún fenómeno inexplicable se reportó hasta menos seis grados bajo cero.

“Es un fenómeno anómalo que debemos investigar. No tenemos registros de un hecho similar y no sabemos las razones”, señaló Flores Sancho. El viernes, mientras en Mazocruz se reportó -21,6 grados, en Pichacani fue -18,6 en Juliaca -10, en Puno ciudad -2,6 y en las islas Amantaní y Taquile la temperatura bajó a -1 grado. Similar panorama se repitió en otras localidades del altiplano.

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Si no tiene síntomas respiratorios característicos del covid-19 (tos) ni debe cuidar de alguien que esté infectado, no es necesario llevar una mascarilla. La OMS recomienda evitar su uso, debido a que en esta pandemia, estos implementos puede escasear. Ahora, recuerde que si usa uno, este es desechable; es decir, solo se puede utilizar una vez.