Alejandro Toledo permanecerá tras las rejas durante el resto de su proceso de extradición. Así lo ratificó el juez Thomas S. Hixson, de la Corte Federal del Distrito Norte de California, en audiencia pública ayer en la mañana.
Luego de sopesar las últimas evidencias presentadas tanto por el equipo de fiscales como por la defensa del expresidente, el juez apenas concedió la posibilidad de cambiar el régimen carcelario de Toledo, quien se encuentra en encierro solitario desde su arresto el 16 de julio.
“A diferencia de un proceso normal, en un proceso de extradición se invierten los roles, y existe la presunción de detención”, señaló Hixson hacia el final de la audiencia. “En este caso no existen circunstancias especiales, y debo negar una reconsideración [al pedido de la defensa] por riesgo de fuga”.
“Shhhiiiiiit!” (“Mierda”), resopló Eliane Karp desde su lugar en la primera fila. La ex primera dama, de vestido verde y tacos altos, había mascullado sus reacciones a cada alegato de las fiscales estadounidenses. Ahora reclamaba en voz baja una última vez.
—La conexión Odebrecht—
No hubo sonrisas ni besos volados en esta ocasión. Con su esposa, Toledo solo intercambió tensas miradas. De pie a la derecha de su abogado de oficio, Graham Archer, el expresidente temblaba del brazo izquierdo, y a veces del labio inferior.
Con la mirada perdida, y un vistazo ocasional hacia su abogado, el exmandatario no encontró tiempo ni lugar para la esperanza. El juez Hixson tampoco estaba interesado. “Mi mayor preocupación es el riesgo de fuga debido a la naturaleza de las acusaciones”, expuso al inicio de la audiencia.
“No es tanto que Odebrecht le haya dado un montón de dinero, sino que el dinero fue entregado a través de una serie de conexiones con gente cercana, incluyendo a su suegra [Eva Fernenbug]”, dijo.
Su primera intervención marcó la pauta de lo que iría a discutirse. “Su declaración jurada, que indica que no posee bienes, me deja insatisfecho, porque hay otra gente a su alrededor que podría tenerlos”, continuó. “Sí quiero hablar de las condiciones de su encierro”.
El abogado Archer criticó que la encarcelación y posible extradición de Toledo se basaran únicamente en el testimonio de Josef Maiman, que “cambió su testimonio” cuando se convirtió en colaborador eficaz [cabe precisar que las acusaciones no se basan únicamente en su declaración].
Reiteró que si bien existe amistad con Shimon Peres, no ocurre lo mismo con Benjamin Netanyahu, quien ya le negó el ingreso a Israel en el 2017, y que no existe ninguna intención de huir a ese país. Que Toledo nunca tuvo la intención de escapar porque, si la hubiera tenido, lo habría hecho en el 2017, cuando todavía era un expositor cotizado.
“Esa es una interpretación”, respondió el juez Hixson. “La otra es que Perú realizó el pedido [de extradición] y no pasó nada, y los días se volvieron semanas, las semanas se volvieron meses, y quizá [el arresto] pareció irreal, y solo se hizo real en julio de este año”, agregó.
— “Nada que perder”—
En 45 minutos, ningún argumento de la defensa de Alejandro Toledo cambió el enfoque del juez: mejorar las condiciones carcelarias del expresidente. Exaltado, Archer llegó incluso a exclamar, brazos en alto, que solo había ofrecido una fianza de US$1 millón en otra ocasión durante su carrera.
La fiscal federal Elise LaPunzina tenía una respuesta: pese a la declarada insolvencia del imputado, hay dinero recibido de Odebrecht cuyo paradero se desconoce. Toledo ha viajado a Washington durante los últimos dos años, y ha tenido abogados pagados en dos países (el Perú y Estados Unidos). “Pagar US$6.400 en renta mensual en Menlo Park es exorbitante incluso para la Bahía de San Francisco. ¡Hasta consultó sobre la posibilidad de comprar la casa!”, indicó.
“¿Cuál es el propósito de renovar un pasaporte si no es para salir del país?”, continuó LaPunzina. Eliane Karp rechistó. “Una orden de arresto de Interpol no va a ocasionar que lo detengan en el aeropuerto de San Francisco, así como no ocurrió en sus viajes durante los últimos dos años, ni ocurrirá cuando aparezca en [los aeropuertos] de Oakland o San José”.
La fiscal federal también señaló que, pese a que Toledo residía en Menlo Park, su dirección en la licencia de conducir (documento que se utiliza como identificación principal en Estados Unidos) es la de uno de sus garantes (Alberto Martin). “Esto nos indica que [Toledo] no está siendo transparente con la corte respecto a sus propósitos”, afirmó.
LaPunzina recordó que los ingresos y bienes de la mitad de los garantes son muy superiores a lo que ofrecen como fianza. “Toledo y su esposa no han puesto nada en esa bolsa. Cero. Ellos, personalmente, no tienen nada que perder, y él tiene todos los motivos para escapar”.
Eliane Karp, que había estado reaccionando entre dientes, recibió entonces su primera advertencia del personal de seguridad: una más y sería retirada de la sala.
—Nuevos compañeros—
Descartada la posibilidad de la fianza, Hixson pasó a indagar sobre una posible mejora en las condiciones de encierro del exmandatario, que apenas tiene contacto con su abogado. “No es una opción estar entre la población carcelaria general, porque es simplemente inseguro”, indicó.
Llamado a declarar frente al juez, el asistente del jefe adjunto del Cuerpo de Alguaciles Mark Caulk confirmó la posibilidad de mantenerlo en Santa Rita, pero cambiar el encierro solitario –oficialmente llamado separación administrativa– por la “máxima separación”, donde compartiría espacio con otros reos en situaciones similares, con vigilancia especial y separados del resto de la población carcelaria.
La condición para que esto suceda será que Toledo retire su requerimiento de custodia protegida, y que la prisión, ubicada en la vecina Dublin, pueda reevaluar su colocación.
Archer reclamó que existe una persecución políticamente motivada contra Toledo. Argumentó que en San Francisco la gente es liberada incluso en situaciones más violentas, y por fianzas menores. Que la confianza y los bienes de sus amigos estaban en juego.
“Si alguien escapa [en pleno proceso de extradición], el otro gobierno no quiere la casa o el dinero, sino al acusado”, respondió el juez Hixson. “Perú no quiere una casa en Washington; quiere al señor Toledo”.
Acto seguido, el juez determinó que el expresidente no había demostrado que no existiera riesgo de fuga, y que permanecería encarcelado, con la puerta abierta a un posible cambio de condiciones de encierro. Cerrado ese capítulo, Hixson programó la siguiente audiencia para el martes 17 de octubre.“Shhhiiiiiit!”, bufó Eliane Karp.
“¡Ustedes serán moralmente responsables por su muerte!”, les gritó en inglés al juez y a las fiscales mientras se retiraban de la sala. En la esquina opuesta, Toledo era acompañado por la puerta de la defensa.
Un miembro de la seguridad de la sala llegó a hacer lo propio con la ex primera dama, a quien empezó a arrear hacia la puerta. Karp gritó: “¡No voy a irme! ¡No voy a irme!”. Todavía cogida del brazo por el guardia, Karp se negó a avanzar y se quedó sentada en la alfombra, entre la tribuna y la primera banca.
La seguridad la arrastró hasta colocarla otra vez de pie, desde donde siguió bramando contra las fiscales. “¡Brujas! ¡Lo van a matar! ¡Lo van a matar!”. Las puertas de la sala se cerraron tras ella.