
Por Josefina Miró Quesada y Alexander Villarroel
“Las mujeres deben tener poder político”, dijo el primer ministro César Villanueva al inaugurar un centro de salud en Pucallpa el jueves pasado. Se refería a la propuesta de bicameralidad como sistema legislativo y de incluir de manera alterna 50% de mujeres en las listas al Parlamento.
El diagnóstico base es que la cuota de género de 30% no ha sido suficiente para garantizar una participación equitativa de la mujer, menos una representación fiel de la mitad de la población. Aunque estamos mejor que antes, actualmente solo 36 de 130 congresistas son mujeres. Esto es, en resumidas cuentas, un 28% del total.
La subrepresentación es manifiesta. La cuota ataca las barreras de acceso, ¿pero qué pasa después? El Comercio analizó la presencia de mujeres en los cargos directivos del Congreso de la República y conversó con legisladoras que revelaron que aún el desafío es grande.
—Cargos directivos—
El número de mujeres que llegan al Congreso es proporcional, en su mayoría, al que accede a las presidencias de las comisiones. Pocas dirigen estos grupos porque pocas son las mujeres parlamentarias.
Diana Miloslavich, autora del libro “Las cuotas y la participación política de las mujeres” de la ONG Flora Tristán, comenta que, en algunos casos, las bancadas intentan no repetir y rotan a sus miembros –para fomentar la participación política de todos– y “ahí perdemos a las mujeres”. Con 36 en esta legislatura, para que cada una presida una comisión, sin repetir, tendría que haber un promedio de 7 presidentas de 24 comisiones cada año.
:quality(75)/arc-anglerfish-arc2-prod-elcomercio.s3.amazonaws.com/public/KEHXABRVP5AMNME7BLEUUWNQD4.jpg)
Con las mesas directivas y la Junta de Portavoces, el escenario es distinto. En el primero, aunque hay casos como el de la legislatura 2017-2018, donde no hubo ni una mujer, la tendencia es a aumentar su presencia. En el caso de los portavoces titulares, sin embargo, el porcentaje aún es bajo. Los congresistas hombres ocupan mayoritariamente las vocerías, sin importar si hay más mujeres con los años. Para Miloslavich, aunque debería, no existe un criterio de paridad para integrar estos espacios.
La congresista Úrsula Letona (Fuerza Popular) sostiene que el acceso de mujeres a cargos directivos está relacionado con quién ocupa la presidencia del Parlamento y el “perfil masculino” que se genera en torno al mismo. “Se piensa más en una figura dura, de confrontaciones y creo que está demostrado que es lo que menos necesitamos; las mujeres tenemos más técnicas para generar consenso”, señala. Reconoce, por eso, la gestión de Luz Salgado (2016-2017), en la que ocho mujeres fueron presidentas de comisiones y tres integraron la Mesa Directiva.
—Discriminación latente—
No solo en la distribución de cargos hay un trato desigual en función del género. La dinámica del Congreso, en palabras de la parlamentaria Gloria Montenegro (APP), reproduce además taras machistas de la sociedad peruana. “Lo he sentido en las comisiones, en las mesas de trabajo, en mi bancada, durante y fuera del pleno”, comenta. El machismo solo ha cambiado las formas de expresarse –añade–, ahora es sigiloso porque “la parte mediática nos apoya en hacerlo ver”.
Tania Pariona (Nuevo Perú) percibe que esta marginación es interseccional en su caso: además de mujer, es discriminada por ser indígena, joven y ayacuchana. “Yo he vivido en carne propia cómo hay que lidiar con estereotipos: que, por ser mujeres, no podemos gritar como los hombres y te van relegando, no te dan la palabra, te hacen demorar, creen que, porque estás solita, tu opinión no importa”, cuenta.
Mercedes Araoz (PpK) percibe que, más que en los pasillos del Congreso, los ataques vienen de redes sociales, “donde te critican el físico y hasta te tratan de calabacita”.
:quality(75)/arc-anglerfish-arc2-prod-elcomercio.s3.amazonaws.com/public/XNGZYXWQINAMTAMZCBXLOZ33RU.jpg)
Letona considera que las agresiones en su contra, antes que por ser mujer, son por su postura política. Pero confiesa que los incidentes machistas no le son ajenos. Hace poco, en el chat interno de su bancada –cuenta–, un congresista fue duramente criticado por decir que “la crisis actual de valores se explicaba porque las madres habían cedido el espacio de estar en casa”. “Todas le saltamos a la yugular”, revela entre risas.
—50-50—
Sin duda, que haya más mujeres congresistas no garantiza per se más políticas en pro de la mujer, dice Montenegro. Los comentarios machistas también vienen de ellas, agrega Araoz. Hay temas relativos a la igualdad, además, que no logran consenso como el “enfoque de género”, al que la presidenta de la Mesa de Mujeres Parlamentarias, Alejandra Aramayo, prefiere llamar “enfoque de derechos”, al igual que Letona.
Pero en algo coinciden todas: hay un empoderamiento más visible de las mujeres en el Parlamento. La propuesta de incrementar su participación en listas parlamentarias apunta a fortalecerlo.
—Mesa de Mujeres Parlamentarias—
En el 2006, se creó una Mesa de Mujeres Parlamentarias Peruanas, a fin de articular políticas de igualdad y combatir la violencia política contra las mujeres.
Para las legisladoras Araoz, Montenegro y Pariona, el grupo no tiene una participación activa. “No hablan ni de paridad ni de alternancia ni de cuota ni de enfoque de género, y ese sesgo no motiva a participar”, señala Pariona.