Fernando Vivas

En el segundo piso de un edificio del portal Nicolás de Piérola en la Plaza San Martín, hasta hace dos semanas, había un constante crujir de puertas. Cada una tenía un cartelito hecho a mano: Salud, Cultura, Energía y Minas. El visitante tocaba, le decían que pase, y encontraba a un grupo discutiendo perfiles, nombres y agenda de cada sector. Era el aparato que montó Perú Libre, bajo la coordinación de Dina Boluarte, para afrontar la transferencia. Varios de los que visitaban el edificio habían venido desde sus regiones y otros –como el que me ha dado esta descripción- fueron convocados por uno de los tantos intermediarios que creía que podía cortar una tajada del jamón junto a Castillo y Cerrón.