Pedro Castillo le dice que sí a Vladimir Cerrón y a la vez le dice que sí al anti cerronismo cuando le pide que rompa con Cerrón. Le dice que sí a sus asesores y también le dice que sí a los que detestan verlo rodeado de aquellos. Incluso le ha dicho que sí a su nuevo secretario general Jorge Ricardo Alva Coronado, para que proceda con lo que estime conveniente. El 16 de marzo este envió un oficio pidiendo la renuncia de 18 funcionarios del despacho presidencial (DP). Pero, el presidente también ha dicho que sí se van a quedar a varios de estos, por lo menos al sub secretario Beder Camacho, el más polémico del lote.
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Solo así se explica la persistencia de Castillo en tantos errores y su renuencia al control de daños, que implica decir no a muchas cosas que pasaban piola. Ahora bien, al hombre que le dice que sí a todos y a todas; le llega el momento en que se ve ante la espada y la pared y tiene que dar el sí sola a una de las partes. Y lo hace, hasta que la situación se estabiliza, viene una nueva disyuntiva, y se siente libre de decirle que sí a todos. Por ejemplo, cuando, tras presiones de varios de sus ministros y allegados, se convenció de que tenía que deshacerse de Guido Bellido en la PCM, lo hizo, pero consultó con Cerrón. E hizo convivir nuevamente a los extremos hasta que se deshizo de la PCM Mirtha Vásquez y del bloque de Nuevo Perú, aquellos ‘caviares’ denostados por Cerrón. No tuvo que decirles nada, simplemente los empujó a irse.
Un amigo que habla con Castillo de vez en cuando, me dijo, riendo, “el presidente le hace caso al último con el que habla”. Le comenté esa frase a otro amigo, que conoce mejor a Castillo y lo frecuenta. Me dijo que ha oído la misma descripción caricatural en boca de varios en Palacio. Prefiere darme una versión moderada: “El presidente puede hacer sentir a todos que les va a hacer caso, y algunos lo creen, pero sabe a quién le hará caso”. El amigo pronuncia la última frase con el suspiro de quien ha perdido bastantes batallas a pesar de haber recibido gestos aquiescentes del presidente. Y me asegura que también las ha perdido el asesor Biberto Castillo, ministros que se les reputa con ascendiente, aliados que se computan con poder, chotanos y cerronistas que, por unos instantes, creyeron que habían ganado un sí presidencial, hasta que las acciones –o, con más frecuencia, las omisiones- de Pedro Castillo les confirmaron que no fue un sí ni un no, sino todo lo contrario.
El sí del consejo
Castillo le dice que sí, pues, al que le pide rodar la cabeza de un impresentable y también le dice que sí al impresentable. Y, cuando la presión es inaguantable, entonces bota al impresentable y le dice que sí a quien este sugiera como sucesor. Es lo que pasó tras la renuncia –minutos antes de que se vote su moción de censura- del ministro de Transporte, Juan Silva, reemplazado por su secretario general, Nicolás Bustamante. Es, también, lo que ha pasado en Petro Perú: tras la bronca pública a través de documentos y comunicados que dio el ministro de Economía, Óscar Graham, Castillo pidió la renuncia al controvertido gerente general Hugo Chávez Arévalo; pero dejó que el directorio nombre de sucesor interino a Fernando de la Torre, alineado con el grupo que ha tomado la petrolera y se resiste a cualquier injerencia ajena.
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Varios ministros están tan fastidiados con la indecisión del presidente para limpiar estos frentes, que se lo hacen saber. Graham es uno de ellos. Y Castillo les da a entender que evalúa cambiar cabezas, o sea, les dice que sí resolverá sus demandas; a la vez que da señales de respaldo a los cuestionados. Cuando pregunto si hay alguna concesión o gesto correctivo que Castillo podría hacer antes del debate de la vacancia, para aquietar a esos ministros, a la oposición y a la opinión pública; las respuestas son negativas, aunque los análisis difieren.
En primer lugar, las fuentes desapasionadas, me dicen que ven improbable que Pedro Castillo prescinda de Hernán Condori, pues temería muchísimo que el cerronismo, en represalia, le niegue sus votos y se pliegue al ‘nos vamos todos’. Si no hay vacancia, Condori caerá censurado y los cerronistas ya habrán pensado en un reemplazo para mantener su cuota.
El lío de Petro Perú, como ya vimos, desborda a Castillo, pues hay allí un grupo que se resiste con uñas y dientes a dejar su poder. Castillo tendría que nombrar a una personalidad fuerte con mandato y respaldo para reestructurar y limpiar a la mayor empresa estatal del país, botín codiciado de todos los populismos de izquierda que agitan la bandera de la nacionalización de los recursos naturales. Chotanos y cerronistas coinciden en perpetuar el desmadre en la petrolera. Aníbal Torres también se siente desbordado por el tema, por los reclamos del MEF y por los entornes pedigüeños del presidente. Cuando, en su críptico discurso del viernes en Huancavelica dijo, “nosotros no tenemos el complejo de inferioridad o superioridad (…), el que tiene complejo de inferioridad o superioridad y que ejerza algún cargo público es un asco, es una persona asquerosa”, parecía estar lanzando puyas a la oposición y, a la vez, a los entornos presidenciales.
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Quien guarda silencio, es la ministra que tiene una gran expectativa en esta coyuntura, pues sería la sucesora en caso de vacancia. Para Dina Boluarte, la mejor manera de ejercer su poder expectaticio es enmudeciendo y compareciendo al lado del presidente, lacónica, sin aplaudir sus ocurrencias ni hacer guiños ostentosos a la oposición. Boluarte no tiene para qué correr hacia esa coyuntura, pues le llegará sola. Parada al lado de Castillo, esquiva los dardos conjuntos del castillismo y del cerronismo, mientras prepara las declaraciones en las que, muy probablemente, relativizará su promesa de renunciar si vacan al presidente.
Chota versus Huancayo
El entorno chotano, formado por esta suerte de ‘autoritarismo del origen’ que practica Castillo (‘ficho a mis paisanos porque para eso gané y como estábamos postergados, es nuestro turno’) es informal, escasamente preparado para el gobierno central e inorgánico. No tiene cabezas visibles ni cálculo fino como para ajustar sus expectativas a la coyuntura. Ha perdido cuadros, como Juan Silva y Alejandro Sánchez (el dueño de la casa de Sarratea), ahora atribulado con investigaciones fiscales; pero mantiene ascendiente con cargos secundarios en Palacio y la influencia que un personaje como José Nenil Medina, alcalde del distrito chotano de Anguía, donde vivía el presidente, tiene sobre su vecino empoderado.
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A los pocos meses de estar Castillo en el poder, los chotanos mostraron sus debilidades y sus ambiciones. Son enemigos de los cerronistas, muchos de ellos huancaínos o ligados al poder regional que Vladimir Cerrón construyó en Huancayo. Sin embargo, hay personajes que flotan entre los dos círculos de identidad regional de Castillo: el asesor Biberto Castillo que fue llevado por los chotanos, pero se ha construido su espacio de influencia; el congresista Guillermo Bermejo que formó su propia bancada; el exjefe de campaña Richard Rojas quien, aunque vino de las filas de Perú Libre, se ganó la confianza de Castillo y el respeto de parte del círculo chotano; o Róger Nájar, que fue congresista de UPP por Ucayali y brazo derecho de Cerrón años atrás.
Bruno Pacheco no es chotano, sino uno de los varios profesores que conoció Castillo en su brega sindicalista. Al hacerse su secretario general, se tuvo que acercar más a los chotanos que rondan a Castillo que a los cerronistas. Nájar ha roto su silencio y ha escrito un artículo en el diario castillista “El sombrero” donde culpa a Pacheco del principal escándalo de corrupción que ha empujado a la moción de vacancia. Además, subraya que no es militante de Perú Libre, con lo que deja a Pacheco en la órbita de limeños y chotanos.
Castillo enfrentará su proceso de vacancia mientras sus entornos se enfrentan entre sí. Como me señala un amigo suyo, los chotanos han sentido que, al recuperar los huancaínos su influencia sobre Castillo y su cuota en el gabinete; les correspondía a ellos afirmarse aún más en el despacho presidencial (DP), que ha sido su principal territorio desde el día 1, además de proyectarse a algunos ministerios como Vivienda y el MTC. Ello explicaría la arremetida del nuevo secretario general contra Beder Camacho y otros funcionarios del DP. A Camacho lo percibían muy cercano a Richard Rojas y a los huancaínos. Pero a todos ellos, el presidente les hace pensar que sí y con todos ellos y sus pasivos, enfrentará el proceso de vacancia.
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