Politólogo de la PUCP e investigador del IEP, Martín Tanaka lleva décadas pensando en partidos descompuestos, elecciones polarizadas y otros impasses del Perú. Recientemente ha publicado la compilación “2021. Las elecciones y el bicentenario” (PUCP). Cuando lo llamamos, acababa de votar y nos respondió con dos escenarios en la mente.
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–Pensamos mucho en el fragmentado e impredecible Congreso que vendrá pero no en el actual que ha aprobado una legislatura extraordinaria que puede cambiar las reglas de juego al próximo gobierno...
En cuanto a retos, lo inmediato es el manejo de los resultados. De parte del ganador, mesura y humildad; del perdedor, reconocer el resultado. Luego está el manejo de la transición y gane quien gane va a tener que hacer una triangulación entre el presidente Sagasti y el Congreso saliente. Efectivamente, este Congreso no tiene mayor vinculación y ha tomado decisiones desafiando a Sagasti y a los dos candidatos.
–Podría decidir aumentar el poder congresal frente a los mecanismos de la cuestión de confianza.
Aparentemente, ese fue el cálculo para la nueva legislatura, pero ahí la presión del presidente electo tiene que ser muy fuerte para llegar a una fórmula consensual. Sería terrible que este Congreso empezara a boicotear al próximo gobierno. Cosas tan importantes como una reforma constitucional no debiera discutirse con una lógica tan cortoplacista, máxime cuando está en agenda una revisión más integral de la Constitución.
–Hemos visto a Sagasti en un mensaje destacando su convocatoria a la transferencia. ¿Quiere asegurarse de dejar algunos proyectos e ideas instaladas?
Claro que sí, creo que la perspectiva evaluará positivamente su gestión. Ellos quisieran dejar la casa más ordenada y asegurarse que iniciativas que dejaron, continúen. El problema es que la experiencia muestra que hay una importante distancia entre las comisiones de transferencia y el consejo de ministros. Me temo que las cosas recién se van a aclarar cuando conozcamos al consejo.
–Sagasti tratará de asegurarse que en la agenda de transferencia esté un proyecto como la autopista central, por citar uno.
Obviamente, van a pensar en el legado, en cómo quieren ser recordados y en las iniciativas en marcha. Pero, al final, la decisión la toma el próximo consejo de ministros y puede haber muchísima diferencia entre un equipo y otro, con el mismo presidente, como consecuencia de lo improvisadas y contradictorias que son las candidaturas. Hay que saber qué sectores y tendencias van a terminar prevaleciendo y en qué nombres se van a traducir. Por eso se viene un periodo de mucha incertidumbre y saldremos de ella cuando tengamos los nombres.
–O sea, son tres fases: equipo técnico, comité de transferencia y consejo de ministros que pueden tener poca relación.
Así es. Creo que lamentablemente vamos a seguir viendo la misma dinámica: avances y retrocesos, nombramientos de personas que son cuestionadas, pasan a segundo plano y otros ocupan esos lugares. Vamos a estar como en un juego de sillas musicales.
–¿Hay una conflictividad embalsada que se manifestará rápidamente?
Superada la etapa electoral viene un periodo de calma y expectativas, pero la polarización del contexto electoral puede reaparecer, por ejemplo, cuando se defina un consejo de ministros. Si un consejo de Keiko Fujimori se parece, por ponerte una ilustración, al de Manuel Merino, eso va a atizar el fuego y se activa el miedo y la desconfianza de los sectores que no han votado por ella. Lo mismo digo en el caso de Castillo, si su consejo está compuesto por figuras muy vinculadas a posiciones radicales de izquierda, también va a generar el temor y rechazo del otro lado.
–O sea, ¿tienen que dar señas tempranas, más que otras veces, de un gabinete de ancha base?
Sí. En Castillo es muy evidente que el principal temor que despierta es el desmanejo económico. En general, todos los grupos de izquierda que son acusados de ser muy radicales, por ejemplo, Lula en Brasil o Humala, fueron muy conscientes de eso y rápidamente dijeron ‘mi ministro de economía va a ser bastante ortodoxo para que no haya sospechas de que voy a generar inestabilidad’. ¿Castillo haría eso? Es una gran pregunta. ¿Va a nombrar a alguien ortodoxo o muy moderado en economía, o va a jugar la carta de la gran transformación? Y en el fujimorismo, si hay sectores vinculados al copamiento de instituciones, uno se pregunta quién va a ser el ministro de justicia, por ejemplo. La figura elegida va a ser una señal muy importante.
–En el Congreso está sub representado el centro, ha sido licuado en la primera vuelta. ¿Es tiempo de promover que se exprese de otras formas, a través de gremios, colegios profesionales, medios, redes?
Va a tener que ser así porque prácticamente no existe en el Parlamento. Visto de un lado, uno diría que los Parlamentos rápidamente se desprestigian y caen en desaprobación ciudadana y eso abre la oportunidad para un contrapeso desde fuera del parlamento, desde la movilización, desde las organizaciones civiles, los medios, etcétera. La presencia parlamentaria se va a parecer a lo que hemos visto en los últimos años. El Congreso disuelto el 2019 y el actual, cada que ha cometido despropósitos y ha aprobado cosas muy cuestionables, la reacción de la sociedad extra parlamentaria lo ha detenido.
–La calle.
Exacto, esa dinámica ya sabemos cómo funciona. Ahí hay diferencias en los escenarios dependiendo de quién esté en la presidencia. En el caso de Keiko Fujimori, esa presión va por el lado de evitar un gobierno muy conservador, que se parezca a un gobierno de Merino, como te dije.
–¿En el caso de Castillo cuál sería el fantasma?
El Castillo de la primera vuelta, lejos de sus aliados más socialdemócratas, más pegado a sus redes de Perú Libre y de las bases más radicales del magisterio. En el escenario de Castillo que es el más riesgoso, el más radical, el problema es que no tiene viabilidad con el congreso y por lo tanto podría llevarlo a jugar a fondo la carta de la asamblea constituyente. Sacarla sí o sí porque esa es la única manera que tendría de construir un poder alternativo al congreso y eso nos lleva a un camino de mucha confrontación, mucha polarización.
–¿Ves una gira internacional del elegido buscando despertar confianza?
Ambos tienen que buscar el mayor apoyo y legitimidad internacional. Para los dos hay obstáculos. Para Keiko depende de quién sea su presidente del consejo ministros, su canciller. En cada caso las señales son diferentes. Castillo ya empieza a generar la simpatía del mundo de la izquierda y el rechazo de los gobiernos de derecha. Mirando los gobiernos vecinos ahí se van a establecer alianzas. Ves las relaciones de la Bolivia de Morales, del Ecuador de Correa y uno se imagina cuál es el vínculo internacional que buscaría desarrollar Castillo.