El presidente no quiso observar la dañosa ley de retiro del 25% de los fondos previsionales, y más bien entró a competir, subiendo la cantidad de dinero que los aportantes podrían retirar. (Foto: Presidencia)
El presidente no quiso observar la dañosa ley de retiro del 25% de los fondos previsionales, y más bien entró a competir, subiendo la cantidad de dinero que los aportantes podrían retirar. (Foto: Presidencia)
Jaime de Althaus

Tenemos algo más peligroso que un conflicto de poderes: una competencia populista entre poderes, en la que el Congreso lleva la delantera, para desconcierto del presidente y del primer ministro. Por eso la incomodidad del Ejecutivo se desvía hacia la negativa del jefe del Gabinete a exponer la política general del Gobierno en el , lo que genera un conflicto bizantino y absurdo que nada tiene que ver con el conflicto que sí debería existir porque sí tendría sentido.

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Nos referimos a uno que permita detener el desbocado populismo congresal. Pero ya vemos que el no quiso observar la dañosa ley de retiro del 25% de los fondos previsionales, y más bien entró a competir, subiendo la cantidad de dinero que los aportantes podrían retirar. Y ante la multiplicación de proyectos de impuestos a la riqueza o a los ingresos en el Congreso, le habría vuelto a solicitar al MEF que prepare una iniciativa.

Pero sí logró asestar un manazo a los colegios privados, afectando la intangibilidad de los contratos y la libertad de empresa. El primer ministro intentó luego que se aprobara un D.U. para controlar precios de los medicamentos, lo que felizmente no llegó a prosperar en el Gabinete.

Pero anteayer se organizó un operativo sincronizado de la Dirincri, la Digemid y el Ministerio Público en todo el país contra 118 farmacias de Inkafarma y Mifarma, en el que no se encontró indicios ni de sobreprecios ni de acaparamiento ni especulación, pero igual se procedió a cerrar 18 de ellas por minucias. Eso pese a que ese grupo ha congelado los precios de los medicamentos desde marzo, que seguramente es la razón por la que terceros los compran para revenderlos. Por supuesto, no hay operativos para descubrir por qué los establecimientos del Estado están desabastecidos, lo que ocurre en parte por su desvío a farmacias vecinas, por corrupción.

Esta competencia populista es nefasta por dos razones. La primera es que arrastra la normatividad en la dirección opuesta a la que se requiere para la recuperación económica del país, que es la de una mayor libertad económica y seguridad jurídica para que los emprendimientos vuelvan a florecer, invertir y crecer. Con populismo nos demoraremos muchos más años para retornar al punto prepandemia.

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La segunda es que siembra un conflicto entre Estado y sector privado, que amputa las posibilidades de éxito en la lucha contra el COVID. Está visto, por ejemplo, que Te Cuido Perú (Indeci) no tiene la capacidad para aislar y abastecer de alimentos y abarrotes a 40 mil familias de contagiados de los últimos 14 días, que es la estrategia inteligente para cortar la cadena de contagios, clave para que no rebrote la pandemia ahora que se reabre la economía y que la informalidad se desplegará plenamente. Apenas ha llegado a 7 mil familias, y avanza a una velocidad algo mayor a 600 por día. Tendría que multiplicar por 10 esa velocidad. Para eso, Te Cuido Perú tendría que convocar a empresas del sector privado que poseen redes de distribución en todo el país. Pero el clima antiempresa que se va alimentando seguramente lo hace cada vez más difícil.

El populismo usa al pueblo para llevarlo al hambre y a la muerte.

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