Víctima dos veces, la columna de Cecilia Valenzuela
Víctima dos veces, la columna de Cecilia Valenzuela

“Evangelina fue arrastrada desde nuestro terreno, que lo compramos hace cuatro años, hasta la carretera”, dice Armando Rivera, el esposo de la mujer que emergió entre el barro y las piedras que traía el huaico que arrasó parte del distrito de Punta Hermosa hace una semana.

Evangelina y Armando estaban alimentando a sus chanchos, en el terreno que habían comprado con todos sus ahorros, cuando el estruendo del huaico que caía sobre la avenida Pampa Pacta, a la altura del kilómetro 40 de la Panamericana Sur, los sorprendió para luego arrastrarlos a la experiencia más aterradora y milagrosa de sus vidas.

Su casa y su corral estaban en el asentamiento humano Villa Nueva Navarra, que fue construido sobre una quebrada inactiva que la comunidad campesina de Cucuya y la asociación agrícola Súmac Pacha invadieron, lotizaron y posteriormente vendieron a través de la Agrupación Ecológica del Sur (AES).

La invasión fue comercializada por Diosdado Navarro Oré, el cabecilla de la asociación agrícola Súmac Pacha, la misma que el año pasado, gracias a una medida cautelar otorgada por una sala de la Corte Superior de Lima, enterró y desapareció la planta de tratamiento de aguas servidas de Nuevo Lurín construida por Sedapal.

Desde que la informalidad y los invasores reinan en nuestro país, los terrenos públicos y privados que se invaden se trafican ocultos en ‘comunidades campesinas’ o ‘en asociaciones agrícolas’, y ahora en ‘agrupaciones ecológicas’.

La representante legal de la ‘agrupación ecológica’ que estafó a y a su esposo vendiéndoles un área de una quebrada inactiva al sur de Lima es Julia Alegría, la contadora de Súmac Pacha, y de Diosdado Navarro, quien por cierto bautizó el asentamiento humano que se acaba de llevar el huaico de Punta Hermosa con el nombre de Villa Nueva Navarra en honor a su apellido.

Un milagro salvó a Evangelina Chamorro y a su esposo Armando de una muerte atroz, ellos están seguros de que Dios les ha devuelto sus vidas; pero ¿quién les devolverá su inversión, su casa, su terreno y sus animales?

La Superintendencia de Bienes Nacionales está en litigio con la Agrupación Ecológica del Sur para recuperar la quebrada invadida, pero tal y como funciona la justicia en nuestro país es muy posible que sean los invasores los que ganen.

Y nada va a cambiar hasta que el Poder Judicial no se comprometa a eliminar la corrupción que abunda en su interior y a modernizar y actualizar sus reglamentos y sus normas. Si eso no ocurre, los poderosos traficantes de terrenos que compran conciencias a lo largo y ancho de nuestro país seguirán vendiendo riesgo y lodo a miles y miles de peruanos, que como Evangelina Chamorro y Armando serán dos y tres veces, siempre, víctimas.

La ‘asociación agrícola’ y la ‘agrupación ecológica’ que manejan, hace más de 20 años, Diosdado Navarro Oré y sus hermanos Raymundo, Antonio y Alberto tienen más de 17 procesos penales abiertos, solo en los juzgados de Lima: Están denunciados por violación a la libertad personal, usurpación de terrenos, lesiones, estafa genérica, pero no hay juez que se atreva a mandarlos a la cárcel.

Súmac Pacha tuvo como asociados en sus terrenos invadidos en Lurín al hermano y a la mamá de .

A las autoridades no les importa que los terrenos que venden y revenden estos invasores tengan propietarios; y los invasores se ríen de las órdenes de desalojo que gestionan y ganan algunos propietarios porque no hay secretario de juzgado que se atreva a ejecutarlas.

Sin un sistema judicial honesto no habrá prevención ni planificación que valga para un futuro Niño costero.

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