Nadan en el sentido de la corriente congresal, por más borrascosa que sea. Se plegaron unánimemente a la mayoría arrebatada del domingo pasado, han votado a favor de cualquier proyecto que se perciba como un aporte del Congreso al bolsillo de la gente (aunque expertos les digan que ello sea a costa del futuro) y prefirieron abstenerse en el voto de investidura al gabinete de Vicente Zevallos, pues ese color gris azulado, del no te apoyo ni te ataco porque no quiero peligrar mi reputación al 2021, es también el color del logo del pescadito.
A pesar de todo ello, la portavoz titular, María Teresa Céspedes, congresista por Lima nacida en Huánuco, exregidora en Carabayllo, donde actualmente reside, me dice: “el Frepap quiere marcar la diferencia”. Y confiesa que, cuando llegó la hora de investir a Zevallos, una fuerte brisa en la bancada estuvo por votar en contra, pero ella y otros pensaban que la pandemia exigía unidad, de modo que conciliaron en una disciplinada abstención.
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Cuando le digo que hasta ahora lo que vemos es una bancada plegada a una corriente mayoritaria –aunque declarativa- contra la inmunidad parlamentaria y a favor de impedimentos para postular, marca sus matices: Ellos presentaron a la Comisión de Constitución el PL 4860 que eliminaba del todo la inmunidad parlamentaria y de paso eliminaba el antejuicio para todos los funcionarios del Estado, de modo que lo aprobado el domingo 5 no estaba lejos de lo que plantearon en primer lugar.
Le insisto a Céspedes en que lo hecho ese domingo tiene excesos insostenibles como hacer responsables judicialmente a los miembros del TC por sus votos. En su respuesta, apunta hacia los responsables de la Comisión de Constitución y del debate, y admite la posibilidad de revisar lo votado. Se pone refranera: “Esto no fue entre gallos y medianoche, fue rayando el alba”, me dice, recordando el pleno que empezó el viernes y acabó en la mañana del sábado. Ese debate insoportable de madrugada fue el origen, según ella, del problema.
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O sea, el Frepap no ha nadado a contracorriente sino que ha sido más radical y consecuente que otros al nadar con la corriente. Por ejemplo, cuando se planteó el retiro de hasta el 25% de fondos de AFP, estuvieron entre quienes bregaron por precisar que este podía superar el 25%, y llegar hasta S/5.000 para quienes tuvieran pocos fondos.
Luego de que la mayoría de Acción Popular y el presidente de Constitución, Omar Chehade, de APP, no hicieron lo indispensable para que el pleno cerrara el sábado con lo prometido; el Frepap, estuvo, junto al Partido Morado y el Frente Amplio, entre quienes reclamaban un pleno más para el domingo 5. La congresista asegura que este pleno de todos modos se hubiera dado aún si Vizcarra no los hubiera pechado. Y agrega que igual hubieran llegado a acuerdos similares a los que se llegó.
Súmese otra radicalidad del Frepap dentro de la corriente: llegaron a plantear la revocatoria de congresistas, aunque esa fue una idea que ni difundieron con mucho entusiasmo ni mereció mayor comentario de sus colegas. Cuando le repregunto a Céspedes y a otra fuente, ¿entonces, dónde está la diferencia?, nos remontamos a Ezequiel Ataucusi Gamonal y a los ríos de la selva.
Política sin perdón
Cuando el patriarca Ataucusi fundó el Frente Popular Agrícola FIA del Perú en 1989, para sustentar su candidatura presidencial, llevaba dos décadas de liderazgo religioso en AEMINPU (Asociación Evangélico de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal). Los israelitas, creación peruana sin calco ni copia más allá del Antiguo Testamento, ya estaban asentados en todo el país, pero, sobre todo, en la selva y la ceja de selva. El perfil de muchos de ellos era el de colonos evangelizadores ampliando las fronteras vivas del Perú.
De ahí que esa diferencia que Céspedes y mis fuentes demoran algo en explicar, bien podría incluir un énfasis de iniciativas legislativas en el terreno de la promoción agrícola, con destaque de las zonas fronterizas. Por eso, cuando vino el reparto de comisiones en el Congreso, reclamaron para sí la Comisión Agraria. Por cuota repartidora, les tocaron otras dos comisiones por las que ni ellos ni nadie peleaban: la de Trabajo y la de Cultura.
Sin embargo, vemos en la página de la comisión presidida por Raúl Machaca, congresista de Frepap por Tacna, que no hay nada diferencial en materia agraria. Céspedes me dice que hay otra congresista, Luz Cayhuaray, que viene de la zona de frontera tripartita con Brasil y Colombia, donde el Frepap cunde y reina, y se espera que ella desarrolle propuestas al respecto.
En realidad, la bancada tiene un dominante tercio metropolitano (de 15, 4 son de Lima y 1 de Callao), de modo que priman vocaciones y preocupaciones urbanas. Las dos voceras, la titular Céspedes y la alterna María Cristina Retamozo, son de Lima; y esa podría ser otra de las razones por las que a la representación israelita se la percibe hasta hoy nadando a favor de la corriente marcada por otras bancadas de liderazgos capitalinos.
Aunque Céspedes y otra fuente del Frepap, niegan que haya diferencias entre provincianos y limeños, como las hay en otras tiendas, una fuente ajena al pescadito me contó que hubo cierto jaleo interno porque algunos de los limeños habrían cobrado gastos de instalación. Por cierto, ha habido un caso escandaloso para una bancada joven y religiosa, el del congresista por Cusco, Juan de Dios Huamán Champi, que viajó a Cusco en un vuelo humanitario fletado por el Congreso, y sin la autorización de su bancada. Esta anunció que lo pasarían por un proceso disciplinario, pero cuando pregunto por ello, no hay noticia de tal proceso.
Tras hablar con los del Frepap, la percepción de la bancada plegada a la corriente, se modula: quizá son novatos parlamentarios (en toda su historia solo han tenido 5 congresistas y el último no pasó del 2000) plegados a la corriente mientras buscan su propia voz. “Somos una bancada sólida, cohesionada, con voto colegiado”, subraya Céspedes y, cuando le digo que hubo algunos votos dispersos, me dice, “eso fue al comienzo, pagamos el noviciado”.
A propósito de discrepancias, errores y enmiendas, Céspedes me dice que saben que tienen que tomar algunas decisiones con cuidado porque, como el difunto Ezequiel les decía, “en la doctrina sí, pero en política no hay perdón”. Dicho de otro modo: Dios perdona pero el pueblo no. Vaya, le comento que su líder tenía claras las diferencias entre la religión y la política. Con razón estableció el nítido paralelo entre Aeminpu y Frepap.
Por cierto, ese paralelo sigue nítido ahora bajo el liderazgo del heredero Ezequiel Jonás Ataucusi Molina. Él es el líder religioso y también el presidente del partido, pero en muy raras ocasiones interviene en decisiones de la bancada. No se reúne ni física ni virtualmente con los congresistas. Hay, eso sí, nexos entre él, el grupo religioso y los 15, a través del secretario general del partido, Toribio Pedro Inga Michuy, del asesor de bancada Jesús López, o del personero legal Wilfredo Tenorio. En conclusión, los congresistas gozan de un cómodo margen de autonomía.
El secreto de los técnicos
La abstención, al figurar y al votar, marcó la primerísima etapa del Frepap electo. Junto a UPP, fueron la única bancada ausente en la ronda de diálogo con Vizcarra en febrero pasado. Y no fue solo por cálculo político. En verdad, necesitaban prepararse y no dar el espectáculo de un grupo improvisado, sin voceros mínimamente articulados, como pasó en las inevitables conferencias de prensa del vocero Wilmer Cayllahua apenas se confirmó la sorpresa de que tenían 15 curules (Cayllahua, ahora es congresista de perfil bajo y las voceras, más asentadas, son otras, como ya vimos).
Por lo tanto, una de las primeras decisiones, fue prepararse antes de figurar. Esa sabia previsión estuvo asociada a otra: contratar técnicos y asesores que conocieran el trabajo parlamentario, sin que importase a quien hubieran servido antes. Lo único que les preocupaba, me cuenta Céspedes, es que no tuvieran militancia partidaria. Por eso, uno encuentra en sus despachos y comisiones a gente que ha laborado con todo el espectro congresal, desde Fuerza Popular hasta la izquierda.
Esta búsqueda de colaboradores con experiencia, ha ayudado al Frepap a adaptarse mejor que otros a la función congresal, incluso en estos tiempos de pandemia que nadie previó. Por eso cobra sentido el audio de un diálogo que sostuvo la controvertida congresista Rosario Paredes de AP con su extrabajadora Milagritos Huamán. En un rapto de franqueza, se lamenta de su frustración parlamentaria y alaba a una colega del pescadito: “esta chica del Frepap que tiene creo 3ro de secundaria, Nelly Huamaní, se ha hecho muy amiga mía, es secretaria de [la Comisión de] Fiscalización. (…) Le digo, ¿cómo haces tú para articular tan bien?, porque ella no tiene ni mucha preparación y articula. Y ella me ha dicho, ‘no, mi técnico 1 me hace esto, mi técnico 2 se hace cargo de esto, el otro de acá, quien me hace las leyes es el asesor 1. El asesor 2 es el que le maneja la parte política’”.
Por un lado, Huamaní es víctima de los prejuicios de Paredes (aclaremos que, además de tener estudios escolares completos, está en los últimos ciclos de derecho en la Universidad Alas Peruanas); por el otro lado encarna, para esta acciopopulista extraviada, un espíritu realista y práctico. Una fuente del Partido Morado, que no es extraviada sino muy profesional, me dio una impresión similar: los del Frepap son prácticos y disciplinados por oposición a Acción Popular.
Junto a las bancadas de APP y Somos Perú, la del Frepap ha sido hasta ahora la que ha votado más cohesionada. Ahora bien, recordemos que su cohesión no viene del manejo partidario y la solvencia económica del líder, como en la APP de César Acuña; o de un pacto de intereses entre congresistas de raigambre territorial que hasta ahora funciona con equilibrio, como en Somos Perú; sino de la religión.
Los del Frepap son, sin excepción, del credo israelita, y reconocen el liderazgo del fundador Ezequiel y de su hijo Jonás. Adhieren, desde sus distintas profesiones, a un sistema de valores que les da cohesión, muy conservador en materia de derechos humanos pero más respetuoso de la pluralidad que otras tiendas de izquierda y derecha.
Conviven con la pluralidad en sus zonas de influencia. No se les percibe, al conversar con ellos, la pasión anticomunista o antifujimorista que embarga a otros. No apoyan ni la despenalización del aborto ni el matrimonio igualitario, aunque no ponen esos temas en primer lugar en su discurso. Han apoyado la paridad como no se podía esperar menos de una bancada con dos mujeres portavoces; pero no se plegarán a una agenda feminista en materia de derechos sexuales y reproductivos.
Respecto a la economía, aunque evaden la invitación a ubicarse en el espectro de derecha o izquierda, digamos que no apuestan a reformas radicales, pero van a reclamar la intervención del Estado –o la acción legislativa- en muchos rubros que juzgarán librados al abuso empresarial, aunque sus asesores y técnicos les sugieran que el asunto es más complejo. Se apasionan, eso sí, cuando se percatan que pueden hablar de ese Perú de regiones y, sobre todo, de conos limeños, donde cunden y habitan sus dirigentes.
El Frepap también está en año pre electoral. Ezequiel Jonás “es el candidato natural”, me dice un israelita, pero ello no implica que hayan definido que lanzarán una candidatura presidencial. La personalidad de Jonás es elusiva y parece reñida –solo lo vimos, a regañadientes, cuando una familiar peleonera consiguió su comparecencia ante una policía demasiado diligente- con los rigores de una campaña. Pero esa puede ser una falsa apariencia que no la aclaran sus correligionarios, pues prefieren cultivar el misterio que rodea a su líder.
Es muy probable que la ausencia del Frepap de los últimos periodos electorales, salvo en las elecciones de los distritos y provincias amazónicas donde son la primera fuerza; no tenga que ver con sus bases y su aparato organizativo, sino con la familia Ataucusi. La postulación del partido en las elecciones de este verano se dio una vez que el liderazgo de Jonás se consolidó ante sus rivales familiares y tuvo que resolver problemas pendientes del legado del patriarca. Recordemos que en el último tramo de la campaña y apenas se confirmó la sorpresa de que saltaron la valla, dos de sus hermanos, Juan y Raquel, le hicieron contracampaña.
Tenía que ser, pues, una elección congresal sin presidente, la ocasión perfecta para que el pescadito se lanzara. Todo indica que en el 2016 no había una plancha presidencial lista y no sabremos si estará lista para el 2021. La posibilidad de que vayan en alianza o con un candidato invitado y ajeno a su religión es improbable para un partido que se define, en su ideario, como ‘teocrático’. Lo que sí vemos es que el último salto de la valla con 15 escaños y la experiencia de estos meses, va a hacer que le agarren el gusto al Congreso a tal punto, que podríamos apostar que se lanzarán al Congreso el 2021 aunque la lista tuviera que correr sola.