Rocío La Rosa Vásquez

El ex fiscal Avelino Guillén investigó y acusó a , quien tuvo como abogado a César Nakazaki.

—¿Fue el proceso más complejo que le tocó afrontar en su carrera?
Guillén: Sí, fue el más difícil. No solo por el hecho de que se estaba juzgando a un ex presidente de la República, sino porque el caso no era sencillo. Teníamos que demostrar que el ex presidente Fujimori era autor mediato de graves crímenes, como las matanzas de Barrios Altas y La Cantuta. Lo más difícil era demostrar que tenía el dominio de un aparato organizado de poder que construyó con Vladimiro Montesinos y que funcionó en el Servicio de Inteligencia Nacional a partir de 1991.

Nakazaki: Evidentemente defender a un ex presidente de la República lleva la mayor complejidad. Sí, fue el caso más complejo de mi carrera. Una garantía fundamental del juicio justo es la imparcialidad, que significa que nadie tenga un prejuicio sobre el acusado, una opinión preconcebida sobre si es inocente o culpable. Ese juicio se tiene que ir formando en la etapa de juicio oral. Si un juez llega contaminado, no hay garantía de juez imparcial. La gran pregunta fue, en ese momento, ¿qué juez en el Perú no tenía un prejuicio sobre quien nos gobernó 10 años e impactó tanto en nuestra vida con hechos como la lucha contra el terrorismo, la hiperinflación, los problemas institucionales que se dieron años después?

—¿Hizo bien la sala en calificar los delitos imputados como de lesa humanidad?
Guillén: La sala condenó a Alberto Fujimori por los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y secuestro agravado. En relación a las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta calificó como crímenes contra la humanidad, según el derecho penal internacional. Esto es esta política sistemática, ordenada desde altos niveles del Estado contra población indefensa. Estos graves hechos rebasaban el ámbito privado de las víctimas y de sus familiares, y afectaban en su conjunto a toda la humanidad. En consecuencia, la sala hizo bien en no condenar por delitos de lesa humanidad, sino hacer una calificación de las matanzas.

Nakazaki: Esa es una invención de los enemigos de Alberto Fujimori que incluso la propia sala ha tenido que aclarar a lo largo del tiempo. Ni Alberto Fujimori ni ninguna persona en el Perú ha sido condenado por delitos de lesa humanidad porque los delitos de lesa humanidad, la desaparición forzada se incorpora en 1992, y los delitos contra la humanidad en 1998. Por hechos anteriores no existe el delito de ejecución extrajudicial, por ejemplo. Si ustedes revisan las sentencias de supervisión de la Corte Interamericana, justo sobre el caso Barrios Altos y La Cantuta, un compromiso que se le reitera al Perú, que hasta ahora no ha cumplido, es incorporar en la legislación nacional el delito de ejecución extrajudicial, que hasta ahora no existe. Entonces no hubo una condena de lesa humanidad. La tipificación fue homicidio calificado o asesinato.

— ¿Qué lecciones le dejó el proceso?
Guillén: Muchas. La más importante es que este acto de hacer justicia por parte del Poder Judicial es un hecho que está en nuestra voluntad, en nuestras manos. Para el juzgamiento de Alberto Fujimori no se dio un presupuesto adicional, ninguna ley específica. Fue la entrega de los jueces, los fiscales, los abogados defensores que intervinieron en este proceso. Está en nuestras manos llevar adelante. Se demostró ante el Perú y el mundo que se puede juzgar a un ex presidente con absoluto respeto al debido proceso y a su derecho de defensa. Se puede realizar un proceso impecable, con un tribunal imparcial y hacer justicia. En resumen, el proceso contra Fujimori y la sentencia es un hermoso acto de justicia que de alguna forma sirvió para resarcir todo el grave daño que ocasionó su conducta.

Nakazaki: Muchas lecciones, siendo el caso más complejo en mi vida profesional hasta ese momento, me dejó muchas lecciones. No solo de conocimiento sino de las grandes dificultades para hacer justicia. Hay una película muy interesante que es el juicio que se hace a los jueces del régimen nacionalsocialista. El tribunal de Nuremberg juzga a los jueces, y uno de los jueces del Tribunal de Nuremberg dice que cuando los hechos están cercanos y todavía duelen mucho, no es posible hacer justicia porque humanamente no se puede ser imparcial. Pienso que en el juicio, el gran problema que hubo es que el contexto impedía que haya independencia, imparcialidad. Esa es una de las lecciones más importantes que ese juicio me dejó.

— ¿Volvería a acusar y/o defender al ex presidente en los mismos términos?
Guillén: Sí, su conducta calza perfectamente en la figura de autor mediato por dominio de un aparato organizado de poder. En el proceso se demostró la existencia de ese aparato organizado de poder donde Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos eran el órgano de dirección y tenían una cadena de mando donde existía un órgano de ejecución integrado exclusivamente por militares en actividad, miembros del Ejército. Ese órgano de ejecución fue el que perpetró no solo las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, sino numerosos hechos más.

Nakazaki: Era la única manera de defenderlo en el caso. Planteé varias alternativas de defensa al ex presidente Fujimori y la que aceptó fue la que planteamos: discutir que no había pruebas de la orden de matar. Era la única defensa posible en los términos de la relación abogado – cliente que en ese momento se estableció.

— ¿Fujimori merecería recibir el indulto humanitario?
Guillén: Ninguna persona merece morir en el penal. Si se demuestra que Alberto Fujimori sufre una grave enfermedad, por una junta médica imparcial en un proceso absolutamente legal, considero que puede ser merecedor de un indulto humanitario, cumpliendo estrictamente con las exigencias legales. Esto es que se determine sus dolencias, sus enfermedades de tal gravedad que la permanencia en el penal ponga en peligro su vida. En consecuencia, el procedimiento tiene que ser estrictamente legal, no como lo que hizo el señor Pedro Pablo Kuczynski, que sometió el indulto a una negociación política, a un canje que yo rechacé firmemente.

Nakazaki: Seguimos luchando porque se preserve el indulto humanitario. Para nosotros la batalla legal no ha terminado. La Corte Interamericana dijo sí, revisen el indulto humanitario, pero analicen sus fundamentos médicos y el juez no ha llamado a ningún médico. Los médicos que la sala indebidamente llamó, porque una sala de apelaciones no puede traer pruebas, dijeron la fibrosis auricular paroxística, el diagnóstico, la enfermedad que motivó el indulto humanitario existe, y es peor, se ha agravado, porque ahora además de la fibrilación auricular hay dos válvulas importantes del corazón que están prácticamente obstruidas. Entonces, sí, vamos a insistir en que este indulto se preserve. Estamos trabajando un hábeas corpus que espero terminarlo los próximos días. Seguiré dando la batalla en la medida de todas mis capacidades y posibilidades porque si algo estoy absolutamente convencido es de dos cosas: Alberto Fujimori fue injustamente condenado y es doblemente injusto que muera en prisión.