Así como lo leyó: el asma no es una enfermedad que se presenta solo en los humanos. Perros y gatos también son vulnerables. Lo primero que hay que saber es que el asma es una patología que se presenta como la respuesta exagerada del sistema inmunológico hacia un alérgeno.
Los alérgenos -polvo, polen y el humo de cigarro, entre otros- al llegar a los bronquios empiezan a inflamar los tejidos. El cuerpo va a tratar de expulsarlos porque los considera sustancias ajenas al organismo y, en consecuencia, se da la tos persistente o dificultad respiratoria.
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El asma en mascotas se presenta en 4 etapas. En la primera, la tos es muy suave y ocasional. En la segunda, la tos es más seguida pero no complica su actividad diaria. En la tercera etapa, la mascota empieza a toser varias veces al día y le cuesta recuperarse de la crisis. En la última fase, la dificultad para respirar es tan aguda que necesita asistencia médica. Lo ideal es que la mascota inicie el tratamiento apenas se detecte, entre las dos primeras etapas de la enfermedad.
El tratamiento dependerá del caso y del paciente. Según lo que considere el médico veterinario podría usarse inhaladores, corticoides y broncodilatadores. Además, es importante que la mascota se mantenga en su peso ideal y que no esté expuesta al humo del cigarro o ambientadores.
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En el caso de los gatos, se recomienda usar arena sanitaria de buena calidad para evitar que el polvillo los afecte. Una mascota con asma tiene la misma esperanza de vida que otra que no padece la enfermedad. Sin embargo, si la patología no es tratada podría complicarse y hasta llegar a ser mortal.