Me importan las palabras. Son la materia prima de mi trabajo, así que intento elegirlas con cuidado para que digan lo que quiero decir y no lo que quise haber dicho. No siempre se acierta; a veces la escasez de vocabulario nos lleva a caer en imprecisiones. Por eso me inquieta el uso que viene haciéndose de la palabra “azuzador” en distintos medios para referirse a las personas que en su momento mostramos nuestra pública adhesión a las marchas de noviembre, en las que dos jóvenes fueron asesinados y muchos otros heridos.
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